Incongruentes son las FARC, mientras sus principales cabecillas están sentados en La Habana definiendo con el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, la ruta para finalizar el conflicto sexagenario, sus malhechores atentan contra la infraestructura energética y petrolera del país. Sus actos deplorables son desfavorables para la población colombiana, cerca del 52% del territorio nacional, no hace parte del Sistema Interconectado Nacional, esto es, 90 municipios, 1148 localidades, 39 cabeceras municipales de las cuales 5 son capitales de departamento; esa gran extensión es habitada por 1.500.000 de compatriotas en complejas condiciones socioeconómicas.
¿Cuáles son los criterios políticos y sociales de las FARC para finalizar el conflicto? El Gobierno Santos hipotecó su patrimonio político para encarar el fin del conflicto, la Corte Constitucional declaró exequible los artículos del Marco Jurídico para la Paz, referentes a participación política, probablemente soslayando la tipificación de conductas definidas en el Estatuto de Roma como delitos de lesa humanidad, sin embargo, las FARC, en vez de actuar conforme al proceso de diálogo, no cesan su andar terrorista y juegan con la buena fe y paciencia del pueblo.
Acabar el conflicto es lo mejor para Colombia, porque concibe construcción de nación a partir de la estructuración del postconflicto y del cumplimiento de los fines del Estado, no para extender la contienda en torno al sistema económico. La experiencia venezolana describe caos, los intentos del socialismo del siglo XXI es una quimera sin sustento en el mundo contemporáneo, como el mentado Castrochavismo, ninguno de esos movimientos son perfectos como tampoco las políticas neoliberales, son las instituciones y las conductas de los hombres quienes logran con su ejecución hacerlas eficientes e incluyentes en nuestra sociedad desigual.
Cese del fuego y de hostilidades, no son pretensiones retóricas, constituyen un propósito que dignifica el proceso de diálogo, genera confianza y cotiza la jurisprudencia. Las FARC deben entender que los ciudadanos exigimos que cese el fuego y las hostilidades como muestra consecuente con el proceso de paz, de lo contrario el conflicto será estandarte útil para hacer política y el péndulo para mantener a la nación en la incertidumbre.
El presidente Juan Manuel Santos, edificó su reelección con el entusiasmo del proceso de paz, no obstante, a la evidente polarización que sirve para obtener usufructo electoral y de los inverosímiles anuncios de que está entregando al país a las FARC y que vamos rumbo hacia el Castrochavismo: curioso, las FARC no aprovechan el papayaso. El segundo periodo presidencial que inició el 7 de agosto de 2014, puede ser propicio para materializar el fin del conflicto, incluso para su terminación, el gobierno ha sido generoso, tuvo voluntad sentándose en la mesa de diálogo, entre tanto, las FARC, muestran voluntad intermitente, insisten en su proceder obtuso causando afectación a la población civil, están advertidos por el comandante supremo de las fuerzas armadas de la república.
Por Luis Elquis Díaz