Comenzar a navegar por los inmensos mares del conocimiento es una aventura apasionante: y eso es lo que hemos iniciado con el primer taller de arte abstracto dirigido especialmente a mujeres, madres, abuelas, tías, hermanas, convertidas en tripulantes del Barco con la emoción y tesón inherentes a las disciplinas artísticas. La capitana de esta idea, una artista en todo el sentido de la palabra y obra, dotada no sólo del lenguaje pictórico sino poético con el que pinta las palabras en este Valle de Colores, es sin igual: Yarime Lobo Baute. Auténtica, innovadora, inspiradora.
Cuando la llamé para preguntarle acerca de una profesora para los jóvenes de Casa Barco con el propósito de brindarles un taller enfocado en el Arte Abstracto, no solo me recomendó a una artista especial con quien estamos próximos a iniciarlo, sino que a los pocos días me propuso realizar el laboratorio con mujeres familiares de los niños y jóvenes de la Fundación Escuela de Artes Casa Barco.
Además de diseñar una bella invitación “Madres que pintan navegando dentro”, aportó los materiales, y lo dictó en dos tardes consecutivas. Vino con su cargamento, llena de alegría e historias, anunciando que las telas donde se plasmaría la obra colectiva, eran sacos donde se almacenaba el algodón recogido en los campos del Cesar durante la época denominada “La bonanza algodonera”. Al comenzar la tarde con el contenido teórico, pletórico de espiritualidad, de simbolismos, se acostó sobre ellos. Extendió sus brazos en forma de cruz y expresó fervientemente: “crucifica tu mente simbólicamente, es decir: mente, te llevo cautivo a mi corazón y te quemo con el fuego del Espíritu Santo”. “Cabañuelas de Amor”, así tituló este taller al igual que la canción vallenata del compositor Roberto Calderón.
Que dice: “ya llega enero y estrenando el año, rostros alegres de esperanza sueñan y comparé mis sentimientos con las cabañuelas y dibujé mi corazón como cuartea la tierra; y allá tierra mojada, que venga mi adorada, porque si ella no viene me declaro en huelga. Tanto que la quise que hasta un día juré no volverla a mirar, pero es tanto el amor que no aguanté el dolor y tuve que llorar, y la voy a esperar, y estas son las cabañuelas de un hombre enamorado, que sueña, que se le olviden sus penas, que anhela que este por fin sea su año”. Amor y dolor. Son el pan de cada día. Hacen parte de nuestra naturaleza humana. Lo conversamos: “vivimos en un mundo herido”. Así lo reflejan los versos de los juglares de nuestro folclor, pero siempre manteniendo viva la esperanza.
Enmarcado bajo el concepto de predicción tradicional del tiempo a comienzos de cada año -cuatro temporadas maravillosas- y fusionado con la riqueza del mundo macondiano del que Valledupar es un fiel exponente, se puso en marcha la riqueza del verbo como brújula cautivante. Yarime hilaba cada palabra y llegaba a los oídos de cada mujer presente que encerraba su propia historia, pero cuando se abrieron las puertas de la expresión de las emociones, con pinceles, brochas y pinturas, llegó el desbordamiento de la imaginación y la creatividad.
Fue tal el derroche artístico, con manos y pies a la obra, que luego saltaron las lágrimas, las palabras, las risas. Como una catarsis. Las mujeres circunscritas en muchos casos a las labores hogareñas, poco valoradas, encontraron el momento propicio para confirmar el poder del arte, como herramienta para transformar, para sanar, para darle voz a las emociones escondidas. Y como afirmaba uno de los precursores del Arte Abstracto, Vasili Kandiski, “la abstracción es liberación, es el camino hacia la pureza espiritual”.
Hemos encontrado en estas Cabañuelas de Amor, la brújula que nos orienta a conformar equipos de mujeres, tripulantes en este Barco lleno de sueños, donde podemos llevar a cabo un crecimiento personal y colectivo transformando lo cotidiano en belleza, y comunicando historias, a través de un lenguaje sensorial, más allá de las palabras, viajando por océanos llenos de colores, y estableciendo diálogos directos que crean conexiones trascendentales. Con gran entusiasmo, por el primer paso adelantando, traigo a colación una frase hallada como un tesoro en las redes (sociales): “El arte abstracto es como un poema visual que el corazón interpreta más allá de las formas concretas”.
Y es en esta tierra de poetas, de artistas, donde nos proponemos hacer partícipes a las mujeres talentosas, valientes, decididas, honestas, a tomar el rumbo de sus propias expresiones, edificantes, amorosas, con miras a zarpar con fe hacia nuevos horizontes fértiles y florecidos. Gracias a Dioselina, Ada Luz, Zuny, Yulibeth, Nubia, Rufina, Yurlevys, Claudy, Yarianny del Valle, Jessica, Alejandra, Consuelo, por iniciar este viaje memorable, llenas de esperanzas. Gracias infinitas, Yarime. Crear obras de arte, curar heridas, crear empatía, nos permite crecer, avanzar y construir un mundo más pacífico, más amable, ser coherentes con nuestra Madre Tierra, colmadas de gratitud como hijas del Creador. Cabañuelas de amor adiós dolor y que llueva…
Por: María Elisa Dangond Castro.