Como un gesto simbólico, compositores del vallenato tradicional abrazaron a Rolando Ochoa, como representante del vallenato moderno, para decirle al mundo que retroalimentarán a las nuevas generaciones con aportes que les permitan nutrirse de los que hicieron temas clásicos y tengan así un mejor producto.
Esta fue la conclusión general del foro EL PILÓN: ‘La musa de ayer y hoy en el vallenato’, desarrollado en la Casa de la Cultura de la capital del Cesar, donde participaron: el periodista y escritor Alonso Sánchez Baute, el folclorista Tomas Darío Gutiérrez; el compositor, periodista y escritor Julio Oñate Martínez; los cantautores Rosendo Romero, Gustavo Gutiérrez y Rita Fernández; los compositores Alberto ‘Beto’ Murgas, Mateo Torres y Félix Carrillo; el acordeonero, compositor y arreglista Rolando Ochoa, y el intérprete Rafa Pérez.
Previamente los representantes del vallenato tradicional expusieron que a los nuevos creadores de obras musicales les falta contexto, son citadinos, componen de manera simple, sin tener en cuenta la riqueza literaria y melódica. Por lo anterior, decidieron arroparlos para ‘cerrar la brecha’ que existe ante tanta crítica, enriquecerlos de contenidos, que propicien mejores canciones.
CANCIONES MODERNAS VS CANCIONES TRADICIONALES
El compositor, periodista y escritor Julio Oñate Martínez presentó una radiografía de la evolución del canto vallenato. “Los primeros cantos que se conocieron y que aproximadamente datan de 100 años atrás fueron el producto de esa necesidad espiritual que tenían de cantar, que casi siempre estaban ligados a la vida del campo; eran cantos elementales, espontáneos y con rezagos de juglaría española o francesa como los de José Antonio Serna. En la medida que pasa el tiempo surgieron otros compositores que iniciaron la historia discográfica como Tobías Enrique Pumarejo, Chema Gómez, Rafael Escalona, Leandro Díaz, Armando Zabaleta y Esteban Montaño”, indicó.
Agregó: “Un poco más adelante surgen otros compositores que tuvieron la oportunidad de pasar por la academia, exhibiendo un lenguaje literario más rico, con melodías más enriquecidas; allí están: Gustavo Gutiérrez, Rita Fernández, Tomas Darío Gutiérrez, Santander Durán, Rosendo Romero, Nando Marín, entre otros, que marcan una época donde el vallenato se enriquece. En otra generación aparecen figuras como Marciano Martínez, Aurelio Núñez, Roberto Calderón, Rafael Manjarrez, entre otros, quienes se nutrieron de sus antecesores, conservando esos lineamientos de la composición espontánea y natural, aunque en determinado momento pudieron tener ciertas variaciones por la fecundidad de sus mentes, conservando ese norte lúcido de componer de manera poética”.
En los momentos actuales, Oñate aseguró: “De manera masiva los jóvenes que hacen cantos, que no son vallenatos en su gran mayoría, y crean gran confusión. Una cosa es un paseo, son, merengue o puya vallenata que una fusión que se realiza ahora, engañando a la gente, haciendo creer que es vallenato porque si hay algo que define un género musical son sus patrones rítmicos y ellos están muy alejados de éstos. Los compositores de antaño se inspiraban en su cotidianidad, a su entorno, a todo lo que trascendía en él o en la vida del pueblo, exaltando a la mujer, que ha sido el motivo principal de la composición, puesto que el canto vallenato está ligado al sentimiento. En paralelo estos jóvenes compositores se han dedicado a cantarle a la mujer, pero en una forma agresiva y deplorable”.
De acuerdo con el periodista y escritor Alonso Sánchez Baute, a partir del Festival de la Leyenda Vallenata, el vallenato se ha consolidado como la música más escuchada en todo Colombia, surgiendo también un interés por interpretar el acordeón y a partir de allí han surgido varias escuelas de acordeoneros; sin embargo, en la medida del apoyo de los acordeoneros ha decrecido la calidad de las composiciones.
“No hay que olvidar que el prestigio que tenían los compositores de ayer se ha visto sombreado por acordeoneros y cantantes; son éstos los que reciben todos los reflectores y las regalías. No se trata que no haya buenos creadores de canciones vallenatas, sino que en su mayoría abundan cantos sin poesía o narrativa. Lo cierto es que en estos últimos tiempos la calidad musical, que dio lustre a Valledupar, basada en crónicas y narraciones literarias, dadas a conocer inicialmente por juglares está limitada”, subrayó.
Sánchez Baute aseguró: “No solo se habla de canibalización del vallenato, sino de agotamiento creativo. No se trata que las nuevas letras sean la misma que las de antaño, porque ya poco queda del mundo rural y provinciano de los cantos de Escalona, pero los cantos hay que nutrirlos de poesía. Los nuevos intereses y preocupaciones que nos regala la vida moderna ameritan buenos compositores como los compositores de ayer reseñados, incluso mejor, teniendo presentes que el mundo rural era tierra de analfabetas. ¿Si las nuevas generaciones han tenido la oportunidad de pasar por una universidad, por qué en los cantos abundan letras tan pobres y tan faltas de poesía?”.
Agregó que las canciones vallenatas también requieren de modernidad, introduciéndoles otras temáticas, otras formas de ver y vivir el mundo, superando el machismo, el romanticismo cursi y la apología pueblerina al consumo de alcohol. Al mismo tiempo dijo que el reggaetón está devorando todos los géneros musicales en todo el mundo, fenómeno que no solo sucede con el vallenato.
“SE DEBE ANCLAR EL PASADO, PERO SIN IMPEDIR EL FUTURO”: ALONSO SÁNCHEZ
El periodista y escritor aseguró: “En mi opinión, más que luchar en contra de la fuerza del cambio, hay que anclar el pasado, pero sin impedir el futuro, manteniendo viva la presencia de vallenato clásico con espacios académicos y culturales, manteniendo viva la memoria de los grandes juglares”.
VOCES DE LAS NUEVAS GENERACIONES
Al final del foro, el acordeonero, compositor, arreglista y cantante Rolando Ochoa manifestó: “Ellos (los representantes del vallenato clásico) nos pueden criticar y regañar las veces que quieran porque están con toda la autoridad para guiarnos en el camino. Cuando habla un maestro de tal magnitud yo solo hago silencio. Muchas veces lo que cantamos lo hacemos obligada a las exigencias de las generaciones actuales, que han cambiado su manera de expresarse, de ver las cosas”.
Trajo a colación un recuerdo con su padre, Calixto Ochoa. “Una vez le pregunté a mi papá que si tenía como 300 casetes guardados, melodías que podía armar y entregar canciones a toda la generación de ese momento por qué no lo hacía; él me soltó una risa muy sarcástica y me dijo: ‘yo conocí los países que quise, tuve muchas mujeres, conquisté infinidad de premios e hice bailar a mi generación, ahora te toca a ti hacer bailar la tuya. En ese momento entendí que hay que diferenciar, sin perder los parámetros, a la población a la que le estoy cantando. Ahora tenemos algo muy en contra que es el género del reggaeton, que tiene a los muchachos muy revolucionados en la mente. Los maestros se pueden dar el lujo de no escribir más, que su nombre seguirá vigente ahora y de aquí a muchos años más, a nosotros nos toca innovar”, enfatizó.
Por su parte, el intérprete Rafa Pérez, quien clausuró el evento con sus notas musicales, dijo que a sus 34 años exploró ‘la onda’ moderna y ahora concentra sus esfuerzos en el vallenato clásico: “Debemos amar lo que hacemos y promoverlo todos los días de nuestra vida, respetando lo que le gusta y hace el otro. Cuando aplicamos ese principio, empezaremos a tomar el camino correcto. Yo promuevo lo que escuché al crecer, yo me enamoré de mi música; anteriormente exploré en lo que consideraba que necesitaba saber. Puedo decir con hechos, que estuve ‘en la onda’ en que están los muchachos de hoy en día y ahora promuevo el vallenato tradicional”.
Por Annelise Barriga Ramirez/ EL PILÓN
Annelise.barriga@elpilon.com.co