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La realidad ganadera

Escribo estas líneas durante el 35º Congreso Nacional de Ganaderos en Barranquilla. Más de dos mil personas asistieron a la sesión inaugural y en los diferentes foros, con lleno completo, un selecto grupo de conferencistas disertó sobre las implicaciones de la Reforma Rural Integral y del Acuerdo Final que se le ha impuesto al país.

Se hizo hasta lo imposible para impedir la realización de Fedegán, desde el Gobierno y desde algunos industriales de la leche que viven de la ganadería pero no “viven la ganadería”, Colanta y La Alquería, que mientras le bajan el precio al ganadero, fungen de generosos patrocinadores de un evento que pretendió opacar a nuestro Congreso. Pero la realidad, como sucedió con el NO en el plebiscito, se impuso sobre las manipulaciones.

No había “entrada gratis” al Congreso de Barranquilla, como sí al evento bogotano que quiso neutralizarlo y en el cual, con escasa asistencia –no más de 250 personas– participó el Gobierno con instalación ministerial, clausura presidencial y participación de todas las entidades del sector agropecuario, siempre presentes en nuestro evento, pero ausentes en esta ocasión por una clara directiva superior.

Lamento la cancelación, a última hora, del vicepresidente Vargas Lleras. Dicen los medios que la razón fueron unos comentarios en mi columna sobre las decisiones de su abuelo, Carlos Lleras Restrepo, sobre reforma agraria; pero me resisto a creerlo, porque eso es, sencillamente, historia patria y parte de una posición histórica de Fedegán, más nunca un agravio a un prohombre republicano como Lleras Restrepo, a quien, inclusive, me referí en mi intervención para señalar que, a pesar de las diferencias con Fedegán, jamás tuvo trato discriminatorio contra el gremio.

Es lamentable, porque Germán Vargas es un político moderno y excelente gestor, que los ganaderos hubieran querido escuchar, pero es algo que hace parte del estigma contra el gremio, como también quedó clara la posición de Fedegán como gremio cúpula de la ganadería. Lo dicen los resultados del Congreso, con efectiva presencia ganadera nacional, a pesar de los intentos para impedirlo.

Pero la realidad es innegable. Como el avestruz, el Ministro puede meter la cabeza en un hueco, pero no hará desaparecer la representatividad de Fedegán. El Gobierno debería entender que los gremios son la expresión espontánea de la sociedad que elige en libertad quién la representa, y no resultado de la promoción o la imposición desde los contratos y las prebendas.

Dos mil personas testimoniaron esa representatividad, con la total ausencia del Gobierno, algo que lamentamos, pero el atropello contra Fedegán y las claras señales del Ministro hicieron imposible cursar una invitación. Algún día, el máximo evento gremial de la ganadería colombiana volverá a contar con la presencia del Gobierno.

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