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‘La Pocho’

De más de mil quinientos descendientes de mi abuelo Antonio Aponte, quizás tengo el mérito de conocer a su inmensa mayoría y con seguridad a todos sus nietos que son mis primos hermanos, más de 160 y entre ellos hay uno hijo de mi tía Graciela y Goyo Maestre, que se casó y vive en San Andrés, a quien quiero mucho, a pesar de que somos radicalmente opuestos y vivimos en una discusión permanente, José Alberto Maestre Aponte, que hoy la desgracia tocó a sus puertas y entró de manera cruel, despiadada y absurda llevándose por delante a la niña de sus ojos, a su única e inigualable hija Ángela, en la flor de la vida, comenzando a vivir, un ser lleno de ternura, alegría y amor que hacia honor a su nombre, pues eso era, un ángel que aprendió de su mamá Ángela, otro ángel, a hacer el bien sin mirar a quien y prodigarle amor a sus congéneres, siempre auspiciada por su benefactor, su amoroso y buen papá.

José y Ángela: Mercy y yo también sentimos y vivimos esa cruel realidad y por eso sabemos que no hay dolor espiritual que lo iguale, pero hemos aprendido con una fe absoluta que las decisiones de Él hay que aceptarlas con profunda resignación y que eso sí, tiempos mejores no podrán venir porque ese recuerdo no se borra jamás, dizque con el tiempo dicen, pero para Mercy y para mí ese momento todavía no ha llegado y cada vez que recordamos a Hernando José, nuestro adorado Makor, nos ponemos a llorar, como ya lo estoy haciendo.

Primo hermano, más hermano que primo, Ángela, el dolor que ustedes tienen es nuestro dolor; no he tratado de hablar con ustedes porque creo que el estado anímico no nos lo permite y considero que debo hacerlo personalmente para compartirlo con un fuerte y doloroso abrazo, allá iré para cumplir con ese sagrado compromiso.

Ángela María, que nombre tan bien puesto, sonoro y bello, esa era ‘La Pocho’, como con tanto cariño y confianza le decíamos, repito un ángel que vio truncada su vida que comenzaba a brillar en otras esferas, que nos deja gratos recuerdos, como familiar y como persona, pues era una asidua visitante del Festival Vallenato, que junto con José Alberto se lo gozaba de pe a pa y era una ferviente admiradora de Poncho y Emiliano Zuleta.

Cómo nos duele la inesperada partida de ‘La Pocho’, San Andrés pierde a una prestante representante de su clase dirigente, pues ella con seguridad tenía un amplio, ancho, brillante y bello camino que recorrer. Su vida apenas comenzaba y ya era promisoria.

José y Ángela: nuevamente la parca nos golpea, pues hace menos de cuatro meses falleció José Miguel, vuelquen todo el cariño y afecto en el hijo que les queda, José Augusto, ese es el único refugio y ojalá los nietos vengan rápido para que les ayuden a mitigar el dolor y pasar este amargo trago.

Mi tía Graciela no goza de buena salud y por ello no se le ha dicho nada, le agradecemos a quienes la visiten ser discretos en el manejo de esta trágica noticia.

Por José M. Aponte Martínez

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