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La pasamos rico, ¡ala!

Así hubiera exclamado el inolvidable primo hermano Armando Aponte López. Al que no quiere caldo se le dan dos tasas, eso me pasó a mí este fin de semana, sábado y domingo; ya las fiestas me fastidian, pues sin querer queriendo dejé tirado a quien me acompañó por mucho tiempo, el traguito, de cualquier clase, menos aguardiente y ahora solo bailo bastante, pero no es lo mismo y me canso.

Tuve el inmenso placer de ver satisfechas mis aspiraciones cuando me propuse contra viento y marea a nombre de la familia Aponte rendirle un homenaje en vida para que lo gozara a su más importante y brillante miembro que tantas satisfacciones nos ha dejado: el gran ‘Toño’ Murgas y su hija Luz Stela. ¡Qué espectáculo! Los invitados respondieron masivamente, 100 %, acudieron a verlos, abrazarlos y manifestarles su cariño; fue un rato inolvidable en donde tuve la alegría de ver al primo Nando, con casi ‘100’ encima; a mis tíos Rafael, Tirsa, Rosalba, Josefina y Aura, que a pesar de sus avanzadas edades, todos por encima de 90 años, a excepción de Aura, estaban pletóricos de alegría; no sé por qué, porque no lo dijo, no asistió el Benjamín de nuestros tíos, él es así y ya nadie lo cambia, pero también extrañé la presencia de mi hermano Augusto, pues de la mano de José Antonio trabajó en Asocesar por espacio de 20 años o más. Eso es ingratitud y no tiene perdón, pero la soberbia contagia y pierde a los hombres.

La pasamos rico, más que rico delicioso, nos deleitamos con las magníficas intervenciones de los oradores de turno, Jaime Murgas Arzuaga, Luciano Aponte López y José Antonio Araujo, quienes nos embelesaron con unas piezas literarias estupendas, tana sabrosas como los cientos de merengues hechos por mi tía Aura que con avidez consumimos.

Gracias a todos por acompañarnos, por haber hecho a José Antonio, Leli, Luz Stela, Luis Felipe a Mercy y a mí felices con su presencia. Gracias Alfonso Araujo Cotes y Leonor, Carlos Murgas y María Victoria, Luciano y Ligia, quien a pesar de no estar presente nos acompañó espiritualmente, gracias Leo, y Johana, Toño y María Elena y Josefa Maya por su grata compañía; gracias Agraciado por su presencia y magníficos comentarios; gracias igualmente a Andrés Alfredo Molina por su intervención en Radio Guatapurí; gracias a mi cuñado Rodrigo Morón Cuello y su esposa Ayleen Henríquez por su gran colaboración; gracias familia, se lucieron, muchas gracias a todos, Dios les pague.

ADENDAS: Qué sorpresota le dieron a Orlando Torres Sánchez, el ‘Torito Búa’ lo llamo yo, su señora Mary Ochoa y sus hijos Orlando Javier y Sara, Patricia, Ana María y Tatiana, con tremenda “fiestecita” para celebrar sus primeros 80 años. El Búa estaba conmovido y llorón, pero llanto no de dolor sino de felicidad, sabroso así, esos son los detalles y las sorpresas que jamás se olvidan y se llevan siempre en lo más profundo del alma y el corazón.

Yo estuve como pez en agua, como en mi casa, rodeado de los amigos Luquitas Monsalvo, mi primo Jaime Daza Almendrales y María Teresa, Edgardo Cuello y Betty, Rodolfo Acuña y Bertica, Diomar Barbosa y señora, y el pocón de ‘Ochoas’, con sus respectivas costillas, todos irradiaban felicidad y trataban de complacer a su querido cuñado.

Los Kankuis, como siempre, no bajan una línea y con su música mueven hasta un muerto, me los bailé con esa pareja eterna e incomparable, que todavía se cree joven, Mercy.

Así como le hicieron a Orlando es como deben de hacer los hijos en señal de gratitud. Gracias Búa y Mary por invitarnos y tenernos dentro de sus amistades más cercanas.

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