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La paridad peso-dólar, un fantasma del pasado

Las políticas cambiarias de Colombia y de muchos países del mundo no se corresponden con la realidad. Al finalizar la 2ª guerra mundial, en Bretton Woods, Washington, 44 naciones se reunieron para ponerle fin al libre cambismo prexistente e iniciar una era cuyas transacciones comerciales giraran alrededor del dólar de los EE.UU.

Para esas calendas, este país, con apenas el 7 % de la población mundial tenía el 50 % del PIB del mundo, un inspirador de confianza para las transacciones internacionales. Se estableció que el dólar, sería la moneda de referencia internacional y estaría respaldado por el oro a razón de USD35/onza troy de oro; hoy ya son USD2.075. Este sistema comenzó a regir desde 1946 y con el pasar del tiempo y un déficit acumulado de los EE.UU, como consecuencia de las guerras extraterritoriales sostenidas por este país, en especial la de Vietnam, la cantidad de dólares emitidos superó la capacidad de reservas en oro; resulta que la emisión de moneda en ese país no tiene límites por parte del Departamento del Tesoro pero es la Reserva Federal la que determina las cuantías.

Esta es una institución público-privada que está en manos de 12 bancos los cuales imponen las tasas de interés para todo el mundo. La emisión descontrolada para cubrir déficits internos comenzó a socavar las fortalezas del dólar y fue cuando suscitó la llamada “fiebre del oro” encabezada en Europa por el general De Gaulle; comenzaron a exigirle a los EE.UU que les cambiara por oro las reservas en dólares que ellos tenían: ahí fue Troya, Bretton Woods colapsó y desde 1971 el dólar no es más que un papel de libre emisión;  hoy su valor carece de respaldo económico que solo un acto de fe puede darle; parodiando a Mao pudiéramos decir que el dólar es un tigre de papel.

Más seria es la política monetaria de Colombia que prohíbe emisiones sin respaldo. ¿Por qué, entonces, nuestra unidad monetaria, el peso, sigue atado a los designios del dólar? ¿Estamos subsidiando el déficit de los EE.UU? ¿Por qué nuestro papel vale casi cuatro mil veces menos que el papel de los gringos? Más, los intereses monopolistas de este país no tienen límites, en ausencia del patrón oro, para subsistir se inventaron otra figura financiera que mantuviera su economía a flote, el petro-dólar, que les permitiera seguir exportando sus emisiones espurias, más perversas que el narcotráfico. ¿En qué consiste esta figura comercial? En obligar a los países dependientes de este insumo, como fuente energética, a comprar en dólares cada barril de petróleo que necesitaran. Ahí prendían las prensas de la emisión.

Por eso el interés ilimitado de los EE.UU de tomarse por la fuerza o por medio de sanciones económicas a los países petroleros disidentes como Libia, Irak, Irán y Venezuela. Pero hoy, con las fuentes alternativas de energía existentes, al petróleo le está llegando su fin, antes que se terminen las reservas; eso ya está establecido pero la “dolarología” se mantiene sin ninguna lógica. Por fortuna, como lo dije en un reciente artículo, ya varios países dieron el paso para negociar con otros tipos de monedas y criptomonedas; la fortaleza del dólar, ahora aparente, ya es cosa del pasado.

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