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La Olla

Por: José Gregorio Guerrero.
Después de tres años de estar escribiendo ininterrumpidamente para El Pilón hice un paréntesis de casi un mes. Fueron días donde medité mucho a cerca del fondo y la forma de mis escritos; y opté por colocarle nombre a la columna “La olla” ya que guardará cualquier contenido, desde columnas literarias, cuentos jocosos y conceptos políticos.  El día que tenga que escribir fuerte contra cualquier situación anómala, lo haré sin que me tiemble la mano y lo haré sin importarme a quien me refiera  como lo he venido haciendo. Dejo claro algo: No como (de comer) cuento de señalamientos ni de amenazas ni de amistades añejas, muchos de los que he tocado, han salido a comerme de un solo bocado.
No me autocensuro por temor a que  salgan  a buscarme cables pelados; pero como no los han encontrado, porque no los tengo, entonces terminan mandándome razón, sacándome trapos de algunos lunares familiares, que en definitiva me terminan resbalando porque en este caso el que escribo soy yo, y en Valledupar cada patio tiene su palo de mango y su perro amarrado.
En esta difícil tarea me ha tocado perder amistades, ganar  enemigos gratis, ser objeto de críticas; porque según algunos no escribo un carajo; sin embargo, les agradezco que me lean y me critiquen, eso me gusta; disfruto más las criticas que los halagos, las criticas me edifican, los halagos me corrompen, por aquello de lo mercurial del ego.
Les confieso algo, escribo en una oficina de ocho metros cuadrados, frente a un monitor; disfruto cada letra que escribo, me rio a carcajadas; también he llorado escribiendo, pero lo que hago lo hago con amor, para que me lean mis lectores que son muchos que los respeto y los quiero.  No le tengo miedo a los perversos, le tengo miedo al miedo como me dijo Jaime, y temo a Dios, inmenso y poderoso, más real que nosotros mismos; aguanto carga y pasajero.
Será La Olla un espacio sabatino lleno de diversión, verdades e imaginación. Es increíble como la gente me regala historias reales, para que las escriba, y yo las escribo. Será La Olla también un espacio contra los bandidos sin pistolas, contra las ratas de alcantarillas que se hacen llamar eruditos, y de erudición ni pio; estos no son más que una manada de alienígenos que quieren colocar dioses en tierras ajenas, valiéndose de la discapacidad con que cuenta mi tierra y quieren intimidar con amenazas cobardes y dejan ver sobre sus mólleras un halito entre sujeción y lambonería.
Será La Olla un heraldo de buenas nuevas, propias de nuestro mundo; de historias vallenatas, llenas de picardía y colorido, historias antiguas como las primeras botellas de whisky que entraron por la Guajira, o la más reciente (el reconcilio de Agustín, con Aníbal) dos grandes amigos que después de cuatro años luchando contra el chisme y las malas intenciones de quienes dicen llamarse buenos amigos; que lograron tenerlos distanciados, y el in suceso de un difunto logró enmendar la amistad; o la mamá que en pleno siglo XXI quiere manejar a la hija preferida y se la terminan llevando por la ventana para siempre, con la muda de ropa que lleva puesta; o la triste historia del profesional que con meritos logra ganarse un cargo publico y termina robándose lo que le pertenece a un pueblo famélico; o lo más típico, la historia de un hombre que sembró terror, y muchos se enriquecieron al costo de la sangre y hoy osan de fulanos de tales, con la aprobación de la “justicia”  son delincuentes nobiliarios. Esa será la esencia de La Olla, darle a cada quien lo que es, sin abusos ni temores; como también un espacio para la literatura.

PD: que lastima que algunos periodistas mal intencionados, terminen tocando problemas íntimos, cuyo recuerdos causan sinsabores y molestias a quien las padeció; lo intimo que sea intimo, respetemos la parte filial y personal de las personas públicas. Amigos periodistas, no se dejen manejar de contradictores sucios, no quiero decir nombres, para evitar. Pero encárguense de hacer una política limpia. Bienvenidos a La Olla.
Feliz fin de semana.

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