No quise apresurarme a calificar o analizar la novela biográfica de Leandro Díaz en esta columna y solo lo hago después de más de 15 capítulos, precisamente porque quería tener suficientes elementos de juicio para ser objetivo y hacer un análisis con cabeza fría y no en caliente, como muchas veces acostumbramos.
Debo iniciar diciendo que, como muchos ya saben, he sido y seguiré siendo uno de los más fervientes seguidores de Leandro Diaz, no es gratuito que haya cantado y grabado un trabajo musical con 14 de sus canciones, acompañado de acordeoneros como Omar Geles, Cocha Molina, Julián Rojas, Víctor Reyes, Juan Mario de la Espriella, Jorge Rojas, Rafael Ricardo y Tati Manzano.
Ya se han realizado y emitido novelas sobre Rafael Escalona, Alejo Durán, Diomedes Diaz y muchos más artistas de nuestra música, sin embargo, se estaba en deuda con el vallenato, ya que la historia más bonita y fascinante de un compositor invidente como Leandro, aún estaba inédita en la pantalla.
Fueron muchas las oportunidades que compartí, conversé y parrandié con Leandro Diaz, en San Diego, en Valledupar, en La Loma y hasta en Bogotá, siempre de la mano de Ivo su hijo y sus ojos. El Leandro Diaz que conocí fue un hombre brillante, amable, agradecido con la vida, siempre sonriente y haciendo bromas, nunca lo vi disgustado.
La novela de Leandro es un éxito rotundo por muchas razones y la primera de ellas es porque su vida y su condición, de por sí, son impactantes, el maestro fue el músico vallenato más emblemático de la historia. La segunda es porque no había ningún otro personaje que pudiese encarnar mejor a Leandro Diaz que Silvestre Dangond, y la tercera, porque las locaciones y el exuberante paisaje donde ocurrieron los hechos y se rodó la novela son un encanto.
Cuando RCN Televisión decidió que el protagonista sería un personaje que, no obstante, encontrarse en la cúspide del éxito no tenía ningún tipo de experiencia en la actuación, muchos pusieron el grito en el cielo y se arriesgaron a pronosticar un fracaso absoluto y un error de Silvestre asumir ese reto tan difícil.
Los detractores del cantante y ahora actor aún no entienden ni aceptan que, como le escuché decir a alguien, es un rey Midas, todo lo que toca lo convierte en oro, los que lo comparan con Diomedes dicen que su carisma es tan grande que la gente lo ve bien haciendo lo que sea.
Lo que sí es bien claro es que tanto los actores, como la historia y todos los demás ingredientes de esta obra, hacen suficientes méritos para que sea la reina del rating y del share en este canal y general en la televisión colombiana por esta época.
Cuánta gente no estará deseando que el canal reconsidere el horario para no tener que trasnochar.
COLOFÓN: Al momento de escribir esta columna no conozco el fallo de primera instancia del Juez Promiscuo de Hatonuevo, La Guajira, en el que debe resolver una tutela contra RCN interpuesta por algunos familiares de Leandro, quienes consideran que en la novela se violan los derechos fundamentales al buen nombre y a la intimidad de la familia de Abel Duarte, el padre de compositor, a quien se personifica como Onofre y se muestra como una persona injusta, agresiva y violenta. No perdamos de vista que toda novela debe tener realidad y ficción.