El flujo de venezolanos a nuestra nación cada día se acrecienta. La diáspora que los hizo refugiarse en este y otros territorios ha sido motivo de preocupación para muchos y de molestia para otros, pero es grande el número de solidarios que comprenden la angustia de los que llegan. Dicen que la tristeza de dejar el país es muy grande y la incertidumbre de si habrá el regreso o no. Dice la leyenda que a Sócrates le dieron a escoger entre la cicuta y el ostracismo y él escogió el veneno al tiempo que decía: “Prefiero morir así que de tristeza lejos de la patria”.
La situación de desamparo de los hermanos venezolanos también ha conmovido a las personas de buen corazón que han visto su deambular, sus pasos cansados, sus miradas perdidas como tanteando la vida en busca de la esperanza.
El padre Nolberto Mogollón, párroco de la iglesia Santa María del Camino, es altamente solidario con los hermanos refugiados y creó el acto humanitario de la ‘Multiplicación de los panes’, título bíblico que surgió una noche esplendente cuando comenzó su labor sensible en la plaza del barrio El Carmen, al que llegó con un grupo piadoso y repartió más de trescientas cenas, iba temeroso de que no le fueran a alcanzar, pero sobraron de ahí que los que lo acompañaba dijeran que eso había sido como la multiplicación de los panes.
La labor ha seguido todos los viernes, en colaboración con la policía escoge un sitio de la ciudad para llevar sus cenas llenas de alegría y de piedad, porque ya lo acompaña un nutrido grupo de jóvenes, de señoras, de señores, en fin, de feligreses, que llegan cantando plegarias piadosas y luego el padre Nolberto comenta la Palabra y ora con todo el grupo. De esa manera ha ido a diferentes barrios en los que lo esperan los necesitados de una oración y de un plato de alimento, de un rato diferente en el que se asoma la esperanza que se cree perdida.
A esa labor se suma la entrega de mercados todos los miércoles en la parroquia que dirige: Santa María del Camino, se le entregan a los venezolanos y a los pobres que se acercan a recibirlos.
¿Cómo logra todo lo que reparte? Con la generosidad de sus feligreses, de todos los que quieren ayudar, y hasta la cocina de la casa parroquial se ha ocupado para la preparación de las cenas de los viernes, una obra que se le ocurrió al padre y que hoy por hoy observamos complacidos, porque no hay lugar vedado en Valledupar para que llegue su aporte material y su dádiva espiritual.
Sé que al padre no le va a caer muy bien todo esto que he contado, porque es de los que cumplen con aquello que dice, “que tu mano izquierda…”, pero hay que resaltarlo para que la gente caritativa contribuya con este programa de amor y porque lo que hace bueno un hermano, como lo es el Padre Nolberto, es digno de imitarse.
Mary Daza Orozco