Rafael Calixto Escalona Martínez fue sin duda el cronista empírico costumbrista más connotado de la región y el que con mayor capacidad de síntesis describió la mágica cosmogonía provinciana, entrelazando en sus cantos, sentimientos, sucesos, vivencias y costumbres pueblerinas que le abrieron paso a una espontánea manifestación cultural que ha trascendido las fronteras patrias, constituyéndose su estilo narrativo-musical en la más rica expresión folclórica del país.
Sostiene el periodista, cronista, y escritor barranquillero, Alberto Salcedo Ramos, que en la obra de Escalona muchas de sus canciones detallan a la perfección un universo vivencial y social, pasando luego a otro más circunstancial, para terminar las historias de manera clara y concluyente, dejando en quien escucha la canción la sensación que sobre el episodio narrado no había nada más que agregar.
Así ocurre en la composición ‘El Almirante Padilla’ cuando el Escalona cronista describe: primero, dónde nace el contrabando; después, quién arrasó con el comercio de Puerto López; luego, en qué estado anímico y de pobreza quedaron los protagonistas; más tarde, cómo se quiso llegar al alto gobierno para gestionar la devolución de lo incautado y, por último, cómo se quería celebrar cuando al “…barco pirata bandido” lo voltearan en Corea.
Igual ocurre en muchas otras canciones, según el análisis literario del periodista Salcedo Ramos en su artículo ‘Tres veces Escalona’. Pues bien, interesado sobre lo narrado en la famosa canción que presenta como tema central la ruina de ‘Tite’ Socarrás y ‘Enriquito’ Orozco, en razón de que los dos personajes estuvieron muy ligados a mis particulares afectos, el primero, por haber sido gran amigo de mi padre, y el segundo porque fue el hermano mayor de mi madre, me di a la tarea de investigar más a fondo la historia del famoso barco, para explicarme el por qué Escalona, para cerrar la trama y causar un mayor impacto en el oyente, acude a una figura literaria que le permite hacer un recursivo movimiento hacia atrás en el tiempo, cuando dice “…prometo hacerle una fiesta cuando un submarino la volteé en Corea”, dado que en tiempo presente ese hipotético hecho solo era posible ser concebido por la genial imaginación de Escalona, puesto que para la época de la creación musical la nave ARC Almirante Padilla se mantenía en aguas colombianas, regresando solamente al escenario de la confrontación tres años después de los sucesos de Puerto López, pero ya no dispuesta para la guerra, sino realizando patrullajes para garantizar el cumplimiento del armisticio que puso fin a las hostilidades entre las dos Coreas.
La historia de esa mítica fragata se empieza a escribir desde la Segunda Guerra Mundial cuando las Fuerzas Aliadas intentan contener la expansión de la Alemania Nazi en Europa y del imperio japonés en el Pacífico. Los EEUU se mantenían al margen del conflicto, sumándose a la ofensiva solo después del ataque del Japón a la base de Pearl Harbor en diciembre de 1941. Esa agresión cambió el curso de la guerra porque con los EEUU dentro del conflicto, los Aliados pudieron derrotar a las fuerzas del Eje, integrado por Alemania, Italia y Japón.
Al terminar la guerra se empiezan a generar conflictos políticos y económicos entre los Aliados, dándole paso a lo que se llamó la Guerra Fría, lo que definió dos bloques geopolíticos. El occidental capitalista liderado por los EEUU, y el oriental comunista liderado por la URSS.
La flota naval de los EEUU contaba con portaviones, submarinos, destructores, acorazados y pequeñas naves de guerra tipo fragatas. Después de la Segunda Guerra Mundial muchas de esas fragatas fueron transferidas a las Armadas de los países amigos. La Armada Nacional de Colombia se creó en 1930 a raíz de la guerra con el Perú. En 1946, durante el gobierno de Mariano Ospina Pérez, Colombia es beneficiada con la fragata US Navy Groton. Al estar en tiempos de paz, el gobierno decidió convertir la fragata recibida en un Buque Escuela para la formación de cadetes, integrándose a la Armada en los primeros meses de 1947, siendo rebautizada como ‘ARC Almirante Padilla’ en honor al héroe de la independencia cuya memoria había sido borrada de la historia de Colombia.
Desde entonces la fragata ARC Almirante Padilla fue el buque insignia de la Armada Nacional con base en la Escuela Naval de Cartagena.
La península de Corea fue siempre un escenario de guerra. Estuvo sometida por China y después por Japón hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando la Unión Soviética copó militarmente buena parte de su territorio. En 1945, para facilitar su rendición, el Japón aceptó la propuesta de EEUU de dividir el istmo para que la parte norte se sometiera ante la URSS, y la parte sur ante los EEUU. El límite fue el Paralelo 38°. La península fue dividida en dos territorios. Corea del Norte bajo la influencia de la URSS, y Corea del Sur bajo la ascendencia de EEUU. Más tarde las Coreas se constituyeron en estados independientes. En junio de 1950 Corea del Norte invadió a Corea del Sur. La URSS y China respaldaron a los invasores que estaban alineados con sus regímenes comunistas. La ONU a través de la Resolución 498 del 1° de febrero de 1.951, condenó la invasión y aprobó la intervención de una fuerza multinacional para sofocar el conflicto. Los EEUU emprendieron la reconquista de Corea del Sur. Colombia fue el único país latinoamericano que ese año se sumó a la guerra enviando un batallón de Infantería de más de 5.000 hombres y una fuerza naval representada en la fragata ARC Almirante Padilla. Ese mismo año el gobierno dispuso reconvertir otra vez la fragata, para que en vez de Buque Escuela, volviera a funcionar, mejor equipada, como nave de guerra para responder al llamado de la ONU que integró una fuerza internacional liderada por EEUU, para restaurar la paz en la península de Corea.
Así pues, la fragata Almirante Padilla participó en dos conflictos bélicos. El primero, bajo el mando de EEUU durante la Segunda Guerra Mundial con el nombre de fragata ‘Groton’, y después, en la guerra de Corea, como la ‘ARC Almirante Padilla’ bajo las fuerzas de la ONU.
Estas dos intervenciones ayudaron a construir la leyenda de la famosa nave que al retornar a Colombia en 1952 fue encargada de los operativos para combatir el contrabando “…allá en La Guajira arriba”, consagrándose como el “…barco pirata bandido” que se insertó en el alma del pueblo colombiano a través de la canción ‘El Almirante Padilla’, el mismo que “…llegó a Puerto López y lo dejó arruinao’”.
Bajo el mando del capitán Julio Cesar Reyes Canal y como segundo comandante el teniente Jaime Parra Ramírez, ‘La Padilla’ zarpó de Cartagena el 1° de diciembre de 1950 para dirigirse a los astilleros de San Diego y Long Beach, en California, donde le harían las nuevas readecuaciones. De allí se dirigió a Pearl Harbor para realizar entrenamientos con submarinos americanos en donde participó de una guerra simulada en el mar de Hawái, quedando preparada para ir a Corea.
Luego partió para integrarse a las fuerzas de la ONU incorporándose a la base naval de Sasebo en marzo de 1951, donde había sido asignada.
A ‘La Padilla’ le correspondió inicialmente el patrullaje de las costas de Corea. Luego, estar en los frentes antisubmarinos y el de aprovisionamiento de buques en medio de la guerra. En su primera actuación naval en mayo de 1951 se hizo célebre por la precisión de sus tiros antiaéreos, así como por su apreciable facilidad para interceptar el fuego enemigo por la avanzada tecnología de su equipamiento.
También se distinguió por el esmerado apoyo a los combatientes heridos, fueran suyos o de otras unidades amigas. ‘La Padilla’ tuvo la suerte de terminar su primer periplo en Corea sin bajas en sus filas y sin afectaciones en su infraestructura, ni en sus equipos.
Se despidió ‘La Padilla’ de Corea en febrero de 1952, pero antes, trasladó parte de su tripulación a la fragata ARC Capitán Tono, que la había relevado.
Antes de regresar, ‘La Padilla’ se dirigió a la base naval de Pearl Harbor para dar por terminada su vinculación a las fuerzas de la ONU. De vuelta al país, después de pasar por el Canal de Panamá, toda la tripulación, sana y salva, se reencontró con sus familias en la ciudad de Cartagena. Su primer periplo en la guerra de Corea había terminado.
Pero a partir de entonces, la insigne fragata comenzaría a forjar una nueva historia al ser inmortalizada por Rafael Escalona en la canción ‘El Almirante Padilla’, a raíz de su incursión en Puerto López en abril de 1952 cuando le fue encargada la misión de perseguir el contrabando, que desde las islas del Caribe ingresaban a Colombia por los puertos clandestinos de la Alta Guajira.
De acuerdo con el compromiso adquirido ante la ONU, Colombia dispuso de tres naves para la guerra. Las fragatas, Almirante Padilla, Capitán Tono y Almirante Brion, estuvieron en el frente de guerra durante un año, ocho meses, y siete meses, respectivamente. La Brion, cuando relevó a La Tono, le tocó hacer solo patrullajes disuasivos porque el conflicto había terminado. A La Capitán Tono le tocó volver a Corea para relevar a La Brion, pero sus funciones fueron las mismas que posteriormente le serían asignadas a La Padilla en el quinto periplo de la guerra y como segunda ocasión en que estuvo en el área del conflicto.
Esta nueva presencia de La Padilla en Corea fue desde enero de 1955 a diciembre del mismo año, mucho tiempo después de los sucesos de Puerto López. Su misión fue la de patrullar y garantizar el cumplimiento del armisticio de Panmunjon, firmado el 27 de julio de 1953.
Así las cosas, queda claro que La Padilla se mantuvo en Colombia desde febrero de 1952 hasta el mes de enero de 1955, por lo que se infiere, que lo expresado en la composición ‘El Almirante Padilla’ solo hace parte de esa mágica y proverbial forma de narrar los aconteceres de una región que ha inmortalizado sucesos y personajes a través de cantos muy originales e imaginativos, dentro de un extraordinario contexto social, provincial y macondiano, porque eso de dirigirse a Santo Tomás diciéndole “…prometo hacerle una fiesta cuando un submarino la volteé en Corea”, en tanto de ser un imposible histórico por las razones de tiempo y lugar que se han expuesto, no lo era así para la prodigiosa imaginación de Escalona cuando decide hacer uso de su capacidad figurativa para rematar la canción ‘El Almirante Padilla’, que como tema central describe el contrabando como una actividad económica que hizo parte de una época muy representativa para la región, y que trascendió hasta inmortalizar a los protagonistas, convirtiéndolos en personajes de una leyenda asociada al folklore y al contrabando.
Ante el aislamiento por falta de vías que lo conectaran con el resto del país, el pueblo guajiro había clamado ante el Gobierno central para que le permitiera mantener relaciones comerciales con las islas del Caribe, sin los exigentes trámites aduaneros. Para estimular el desarrollo económico de la región, Puerto López fue declarado zona libre de impuestos por el gobierno de Alfonso López Pumarejo. Desde entonces fue el epicentro de un comercio muy dinámico, lo que también posibilitó que se incrementase el contrabando a gran escala, actividad ilegal pero muy lucrativa, que el gobierno no estuvo dispuesto a tolerar. Después de la guerra, una vez La Padilla regresó a Colombia, el presidente Laureano Gómez le encargó a la Dirección General de Aduanas con sede en Cartagena, que adelantara operativos para combatir el tráfico de mercancías entre las islas del Caribe y los puertos clandestinos de la Alta Guajira.
El control se debía realizar con los buques guardacostas existentes, asignándole una mayor responsabilidad a la célebre ARC Almirante Padilla, nave considerada como la más emblemática y mejor equipada para este tipo de operaciones, enviando así una señal sobre la importancia que le atribuía el gobierno a la erradicación de la creciente, pero ilícita actividad económica. El operativo que dio al traste con la economía de ‘Tite’ Socarrás y ‘Enriquito’ Orozco se realizó a mediados de un mes de abril de 1952 siendo presidente Laureano Gómez, quien tras complicaciones de salud había delegado sus funciones en el primer designado Roberto Urdaneta, pero manteniendo el poder y el control político del país hasta el golpe de estado de Rojas Pinilla en junio de 1953.
El operativo puesto en marcha en Puerto López buscaba cerrar todas las rutas de escape. La incursión por tierra estuvo a cargo de unidades de infantería, mientras que por mar estaba fondeada La Padilla en alta mar al mando del capitán Carlos Troncoso, a la espera de una señal para abordar los botes con tripulantes armados, por si se detectaban movimientos raros que hicieran peligrar la operación.
El decomiso se realizó inicialmente sobre la goleta San Marcos, que era la nave que transportaba las mercancías de ‘Tite’, ‘Enriquito’ y otros amigos más. Luego se adelantó el operativo por tierra, trasladando hasta La Padilla toda la mercancía guardada en almacenes y bodegas del pueblo.
En medio de la incautación se presentaron dos miembros de la familia Iguarán, propietarios de la embarcación, de intimidante estatura y elegancia en el vestir, argumentando la ilegalidad de la operación y exhibiendo el telegrama que confirmaba a Puerto López como zona libre de impuestos para el comercio de mercancías dentro de la Intendencia de La Guajira.
Por: Jaime José Orozco O.