X

La esperanza intacta

Pasados ya dos años desde el inicio de la terrible pandemia por covid-19, que ha dejado grandes estragos en todo el mundo, muchas reflexiones han surgido alrededor de miles de historias que se han tejido en la retina del tiempo y que tristemente algunas han desnudado el lado mezquino y la falta de solidaridad que envilecen al ser humano.

Y sin querer predicar sobre la realidad del mundo y solo tratando de dar un pequeño toque certero y afinado sobre esas acciones cargadas de generosidad, que seguramente hacen que Dios no pierda la fe en la humanidad, quiero resaltar también la loable labor del señor José Aponte Martínez, columnista de El Pilón y quien goza del aprecio de todos, no solo por su buena pluma, amor por Valledupar y excelente sentido del humor, sino también por poseer un corazón magnánimo, que con 80 años, brilla con la fuerza de mil soles cuando se trata de ayudar al más necesitado.

Escucharlo hablar con la voz entrecortada y con profunda preocupación sobre Antonella, una bella niña de 2 años y que padece una terrible enfermedad, denominada atrofia muscular espinal – AME–, que le impide caminar, correr y disfrutar de los primeros pasos de la vida, nos invita a reflexionar sobre el amor al prójimo, pero también a destacar las historias donde brilla perennemente la generosidad, esa misma que el señor José Aponte engalana con las mejores intenciones y acciones para dibujar esperanza en el rostro de un pequeño ángel marcado por el sufrimiento.

Emocionado, me contaba que decidió donar un cuadro, dibujado por el famoso pintor Alejandro Marrugo y sin dudarlo con talonario en mano, el llamado a los amigos más cercanos y un corazón más grande que la Sierra Nevada, emprendió la misión de recoger fondos para el tratamiento de Antonella a través de una rifa, que quizás no fue producto de la suerte o el azar, sino de Dios que observó la bondad en el alma de nuestro respetado columnista y puso en sus motivaciones, las ganas de cobijar los sueños y la sanidad de la dulce Antonella. 

Pero además de dar un importante aporte económico, gestionar la venta de las boletas y recoger una gran cantidad de dinero para comprar los costosos medicamentos, el señor José Aponte, a través de un llamado colmado de altruismo, logró tocar el sentimiento de muchas personas y motivarlas también a donar accesorios como cremas, pañales y alimentos especiales para la niña. 

De este modo, Enrique Antonio Orozco y Lida Sánchez, los padres de Antonella, personas humildes y de escasos recursos económicos, recibieron una gran bendición que les acarició las penas y el dolor que conlleva tener a un hijo enfermo, manteniéndoles la esperanza intacta en la lucha por cuidar a su hija y mirando con ilusión la gestión de nuestro octogenario amigo, que socorre desinteresadamente, sólo con el deseo ferviente de cumplir la consigna de ayudar al enfermo.

En una de sus más recientes columnas, la cual tituló “Esperanza de vida”, citaba que algunas personas pensaban que escribir sobre estos temas es una bobería, una payasada, pero que prefería ser bobo y payaso que andar en otras actividades que no son de su gusto y no lo atraen… pues déjeme decirle señor José Aponte, que ojalá y siga escribiendo sobre estos temas y sobre todo emprendiendo este tipo de acciones que nos hacen creer que la bondad y el amor de Dios todavía están presente en muchos corazones.

A un lado quedan los que jocosamente señalaba por no pagar las boletas, los que no le contestaron los mensajes y algunos resabios, a quienes seguirá lidiando la señora Mercy, su amada y fiel compañera de vida. Hoy sólo queremos destacar su espíritu caritativo y el buen uso de su espacio en este medio, no sólo para entretenernos con sus historias sino también para seguir compartiendo valores como la generosidad, cosa que bastante nos falta en estos tiempos.

Dios siga bendiciendo al señor José Aponte por su buen corazón, sane a la pequeña Antonella y haga brillar en todos la bondad y el amor por los demás.

Por Deivi Safadi Pupo

Categories: Columnista
Tags: esperanza
Deivi Safady: