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La escuela, un campo de batalla

Por Óscar Ariza Daza

Nuestra educación se ha alejado de su intención de formar integralmente  al estudiante, para posarse en el terreno de la mera instrucción.

La escuela perdió sus bases solidarias, para volcarse a un proceso que estimulala individualidad, rivalidad y la competenciaen un contexto en el que muchos luchan por posicionarse en el centro del campo,imponiéndosepara alcanzar los primeros lugares, mostrándose como triunfadores frente a otros que son mirados como rezagados dentro del espacio de lucha.

La individualidad fomentada por la rivalidad, competencia e insensibilidad hacia los demás, quizás sea una de las consecuencias de la era del vacío en la que vivimos, pues cada día, desde todos los lados se nos inocula la idea de vivir en una excéntrica postmodernidad en la que tenemos que ser los mejores, aprender a creer en nosotros mismos y a alejarnos del afecto, si se quiere triunfar para tener algún tipo de valor social, en lugar de enseñarnos a compartir y a convivir con los demás en un ambiente de solidaridad.

Hoy, padres, maestros y gobierno se alarman del incremento del bullyng o matoneo en los colegios. Les preocupa el terrible fenómeno provocado por el mismo sistema escolar que impera, en el que los estudiantes se les infunde el deber de ocupar las primeras posiciones, el mejor promedio del curso o del colegio, los puntajes Icfes más altos, el primer lugar como institución educativa a nivel escolar etc.

De allí que los estudiantes se empiecen a mirar entre ellos como rivales o enemigos cuando se trata de alcanzar un logro que lamentablemente y bajo ninguna circunstancia, puede ser compartido. El primer lugar está destinado para uno solo.

Equivocadamente, los colegios luchan entre sí por ser los mejores e inducen, tal vez sin intención, a que sus estudiantes consigan ser enemigos o rivales de jóvenes de otros colegios.

Muchas veces entre ellos se desafían en lugares apartados para llevar a cabo batallas campales en las que se agreden físicamente.

En Valledupar por ejemplo, dos colegios vecinos a menudo se desafían en asombrosas batallas en las que la violencia es el factor predominante a la luz de toda la ciudad, sin que nadie tome medidas para que los hechos no se repitan.

Buscar la calidad educativa de los estudiantes no debe estimular larivalidad, la hipocresía, nila indiferencia de los unos con los otros, tampoco la competencia desleal, ni el bullyn o matoneo; de lo contrario las instituciones educativas terminarán por parecerse a los realities shows donde agredirse, traicionarse y ser hipócritas deja un ganador y buenos dividendos.

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