A continuación de lo anotado en la anterior columna, en donde la doble visión del individuo (visión natural y ser social) es lo que le permite ser consciente de su realidad y dinamizar los procesos de cambio para buscar siempre un equilibrio en el manejo de su entorno (dimensión ambiental). En consecuencia, vale la pena preguntar qué tipo de escuela requiere y cuál concepción del conocimiento debe estar implícita en ella para lograr vincular de manera eficaz al individuo con su propia realidad. Por supuesto no puede ser la escuela tradicional, memorística, repetitiva y verbalista producto del paradigma instruccional basado en una relación enseñanza – aprendizaje en donde es el maestro el que “enseñe” y el alumno el que “aprende”.
La educación ambiental requiere una escuela que permita la participación activa del niño y de toda la comunidad en la construcción del conocimiento para encontrar alternativas de solución acorde con su problemática ambiental particular. Se trata de una escuela en la que los criterios de integración e interdisciplina se hagan realidad a partir de proyectos participativos cogestionarios y autogestionarios que permitan desarrollar en el individuo no solamente conocimiento sino valores y actitudes que incidan en la construcción de una concepción del manejo del ambiente. Esta concepción deber ser acorde con el desarrollo propio de la comunidad a la que pertenece y de la sociedad de la cual hace parte y debe participar en la formación de agentes de cambio multiplicadores consciente de su papel trasformador dentro de una comunidad.
La escuela que se necesita debe ser una cuya actividad tenga claro referente en su contexto natural, social, económico y político, entre otros, para que participe de manera consiente en el diálogo permanente con la cultura y para la solución de los problemas. Para este tipo de escuela se requiere entonces, unos maestros investigadores que sean guías, orientadores, dinamizadores de los proyectos, que tengan claridad de su papel como vinculo importante entre los diversos sectores que conforman su comunidad. Estos deben ser flexibles en su quehacer buscar en el enriquecimiento de los procesos (mediante la participación) para incidir activamente en la búsqueda de alternativas y tener la capacidad de cuestionarse permanentemente y de buscar el diálogo para la argumentación de sus explicaciones. Deben tener la posibilidad de asomarse y de reconocerse como entes en constante trasformación. Igualmente el tipo de escuela que se busca obliga a volver la mirada sobre un currículo flexible que en las fronteras disciplinarias no sean obstáculos para el quehacer del maestro, no limite su papel con los alumnos y con su comunidad y en que se refleja la diversidad natural, social y cultural.
NOTA: Señor Alcalde de Valledupar, que pasa con la escombrera municipal y con la recuperación del árbol de guayacán de la plaza Novalito[P1].
Por *Hernán Maestre Martínez