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La idolatría política

Existe una seudológica universal que en forma pendular se asoma por la humanidad en algún lugar del planeta. El frenesí que despertó Hitler en Alemania, el de Pinochet en Chile y el de Franco en España, solo para citar algunos notables, es una materia que todavía no ha sido analizada en profundidad por sociólogos e historiadores.

Son fenómenos masivos de idolatría que tienen un fondo místico o religioso que tarde o temprano conducirán a los pueblos al fracaso. Parece que la humanidad aún no ha terminado de evolucionar, es como si sintiera en su cerebro algunos trazos de nuestros antepasados tipo pithecus que obstruyen nuestra racionalidad de homo. Lo que vivimos en Colombia con el fenómeno Uribe Vélez no se aparta de esta realidad antropológica; la mitad de los colombianos vibra con sus sentimientos y propósitos sin entrar a distinguir entre el bien y el mal.

El caso es aberrante; en la medida en que se cierran algunos procesos judiciales contra él, probables o no, por detrás se alza un séquito de violentos que proporcionalmente al avance de esos procesos, comienza a solidarizarse con él, a expensas, incluso, de la seguridad de otros que supuestamente estén contra él. Muchos, de varias categorías sociales, lo hacen públicamente a través de los medios, otros actúan clandestinamente mediante seudónimos u organizaciones fantasmas violentas en forma amenazante. La susceptibilidad es tal que ya muchos periodistas, por ligeras apreciaciones dentro de su oficio, han sido amenazados.

Muchos líderes sociales ya han sido asesinados y otros desplazados. Hasta la fecha, no se sabe quiénes son los autores materiales ni cuáles los intelectuales pero los hechos son sistemáticos así algunos funcionarios digan que las razones son otras, ridículas por cierto.

Parece que existiera una proporcionalidad entre la frecuencia e intensidad de estos hechos y las denuncias que surgen contra el expresidente Uribe. Nunca antes en este país, una persona había sido tan sacralizada como ahora; un solo pétalo de rosa que caiga sobre la cabeza del expresidente, ocasiona una tormenta verbal pública y privada; la teoría denominada por el CD como “Estado de opinión” está tomando fuera en muchos seguidores de Uribe en contra de la existencia de las cortes. A los radicales del uribismo hay que decirles que tenemos un sistema con tres podres y que estos deben actuar independientemente y solo la realidad procesal podrá dirimir los procesos judiciales.

Por Luis Napoleón de Armas P.

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