Por Hernán Maestre Martínez
Valledupar, Ciudad Ecológica de Colombia. Recuperemos y Conservemos las cuencas de los ríos Guatapuri y Cesar. Hagamos causa común para que el Embalse Los Besotes sea una realidad, es agua para vida en Valledupar, La Paz y San Diego.
El fenómeno de los límites del planeta a las prácticas de consumo propio del mundo moderno se ha venido señalando en estudios y declaraciones desde la década de los 70.
Por ejemplo, alguien expresaba que “necesitamos una redefinición de nuestros objetivos, o nueva estrategias de desarrollo o nuevos estilos de vida, incluyendo patrones más modestos de consumo entre los ricos”
Un informe reciente apunta que si las actuales tendencias de consumo continúan, para el 2030 el mundo tendrá la imposible tarea de producir al menos 50% más alimento, 45% más energía y 30% más agua, mientras que la tierra productiva, fuente de energía y de agua potable se reducen a tasas históricas (ONU2012).
La extraordinaria magnitud de la crisis ecológica que vive nuestro planeta no puede escapársele a nadie frente a la evidencia del cambio climático, la deforestación, las sequias históricas en algunas áreas acompañadas de igualmente históricas inundaciones en otras, la desertificación y agotamiento de los suelos, la caída de los recursos acuático y de pesca, la perdida de pantanos, la destrucción de hábitats naturales y de biodiversidad.
Así como durante la crisis alimentaria de 2008 algunas fuentes pretendieron atribuir el problema alimentario al crecimiento de la demanda por parte de poblaciones con creciente poder adquisitivo en India y China, también se encuentran reportes que procuran convertir la escases de recursos en una crisis creada principalmente por la demanda de recursos generada en países emergentes.
En esta línea, un reciente informe publicado por Chathaur Horse dice que las economías emergentes están en el epicentro de una economía política de recursos críticos nueva y en evolución. El crecimiento de China y la India como consumidores y como productores, ha afectado múltiples mercados de recursos.
Sin embargo, es importante subrayar que una apreciación que ya hacían algunas organizaciones en su época no han dejado de ser ciertas, que el problema no es principalmente la carencia física sino la mala distribución y el mal uso social y económico.
Si bien es cierto en relación con el acceso, no se debe negar la prevalencia de un modelo de desarrollo basado en el extractivismo que, claro está, el planeta no puede resistir indefinidamente.
Tanto el choque en ciernes con los limites de los recursos en el planeta así como la mala distribución contribuyen a poner el tema de los recursos en el centro de la escena y lo han convertido en un conductor fundamental de dinámica de economía política y conflictos.