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La coalición que estaba pegada con babas

Los vallenatos estamos a punto de celebrar la quincuagésima sexta versión del festival de la leyenda vallenata en el momento que escribía esta columna, lo que significa que cualquier noticia de impacto nacional se quedará en el retén de los Cauchos  o en el de la feria ganadera puesto que solo se habla y se respira música vallenata;  pero la bomba que soltó el gobierno de Gustavo Petro al romper relaciones con los jefes de los partidos políticos (conservadores, liberales, Cambio Radical y la U) y de paso el fin de la frágil coalición que había logrado en estos ocho meses, será el guayabo no solo de los emparrandados vallenatos sino del país entero.

Lo primero que debemos tener claro es que no fueron los partidos los que rompieron la coalición con el gobierno, sino los dueños de dichas organizaciones electorales y fabricantes de avales en la que German Vargas Lleras, Cesar Gaviria, Dilian Francisca Toro y Efrain Cepeda convirtieron cada uno sus colectividades; hay que decirle al país que lo que no hubo fue saciedad burocrática y de contratos que pudiera llenar el buche de estos señores y por eso le pusieron en bandeja a Gustavo Petro la oportunidad a que haga cualquier locura o acto dictatorial con la excusa que los partidos no quisieron aprobar sus reformas.

Ahora bien, el presidente le pide la renuncia a su gabinete en donde salen cuatro ministros claves que le garantizaban cierta estabilidad y confianza al gobierno no solo con los partidos de oposición sino ante la comunidad internacional y que habían mantenido los mercados más o menos calmados y un dólar con tendencia a la baja; es decir, José Antonio Ocampo, Cecilia López y Hernán Prada. En otras palabras, saca a unos ministros técnicos y experimentados y los reemplaza algunos por unos de tinte político y otros como la polémica ministra Carolina Corcho para bajarle la temperatura al debate; igualmente le quita algunas de las cuotas que tenía el partido de la U en el gabinete. Lo que se viene es una campaña de búsqueda de votos de manera individual en cabeza de cada ministro político (Velasco, Jaramillo y Lizcano) que se mueven como pez en el agua en estas lides.

Los jefes de los partidos saben que ningún senador o representante se va a resistir ante la tentadora oferta de mermelada ofrecida por los nuevos ministros y por eso entraron en cólera, Gaviria amenazó a su bancada con sanciones si votaban las reformas, lo que no sabe es que sus amenazas se van a quedar en eso, solo amenazas puesto que no tiene como contrarrestar las jugosas ofertas del gobierno a su insaciable bancada, lo cómico es que tanto Gaviria como Pastrana saben perfectamente cómo se arman y se mantienen las mayorías en el Congreso de la República y por eso la rabieta puesto que Petro terminará saliéndose con la suya con un costo para el país extremadamente alto y muy peligroso.

De aquí en adelante  Petro va a mostrar su verdadera cara, la confrontación, la constante amenaza de lanzar a la gente a la calle, su personalidad casi dictatorial que no le permite mantener equipos de trabajo a largo plazo, van a generar unas tensiones enormes en la oposición que no se va a quedar de brazos cruzados, y ahora fortalecida y con control aun sobre algunas de las “ias”, un sector de la prensa muy influyente y el apoyo de la mayoría del sector empresarial de este país, buscarán por cualquier medio impedir que las cuestionadas reformas sean aprobadas o en su defecto  buscar su salida a como dé lugar ¿Se les hace conocido este escenario? Pues para los que no tienen memoria es el mismo caso sucedido  en Venezuela durante dos décadas inicialmente a través de Chávez y posteriormente Maduro con la consabida destrucción de todo un país.

Transitamos un peligroso momento político en Colombia, y sin sonar trágico Gustavo Petro es un hombre impredecible que no dudará en usar cualquier método con tal de hacer realidad su modelo de gobierno que nada más con los anuncios generó toda suerte de tensiones, crisis, nerviosismo en los mercados y una férrea oposición de todo el sector empresarial a quienes declaró sus enemigos y contra quienes enfiló sus reformas, imagínense cuando estén en aplicación.  Ojalá encontremos el camino y las formas que no nos lleven a desenlaces y escenarios donde perdamos todos porque destruir es más fácil que construir.

Por: Eloy Gutiérrez Anaya

Categories: Columnista
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