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La Casa del Abuelo de Valledupar hace un llamado de solidaridad

Aunque los ancianos están abastecidos y en buenas condiciones de salud, la ayuda se necesita para pagar los salarios de quienes los atienden. FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ.

Cuarenta y cuatro abuelitos se encuentran asilados en la Casa del Abuelo atendida por la comunidad religiosa de las Hermanitas de los Pobres, quienes día a día se esmeran por la atención integral que estos ancianos exigen por la condición de fragilidad y vulnerabilidad en la que se encuentran.

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El aforo de la institución no obstante contar con 44 abuelitos es para 50. La  Casa del Abuelo está a cargo de la hermana Paloma Crespo, la superiora de las Hermanitas de los Pobres, quien nació en España pero decidió escoger el camino del servicio a Dios a través de la obra que realiza con los abuelitos.

‘La casa’, como ella la llama, vive de la caridad de aquellas personas que tienen a bien hacer sus aportes económicos voluntarios todos los meses y de la colecta, una petición que las hermanas hacen puerta a puerta y en entidades que las autorizan para que hagan actividades.

Cuarenta y cuatro ancianos reciben atención en la Casa del Abuelo de Valledupar. FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ.

Son 16 los empleados que prestan su servicio a la Casa del Abuelo.  Pero la covid-19, que ha impactado a todos los sectores, también obligó a las hermanas a confinarse y no poder salir a la calle en cumplimiento de las medidas implementadas por la cuarentena contemplada en la emergencia social que decretó el Gobierno nacional.

Hoy el sustento de esas 16 familias que dependen del trabajo en favor de los abuelos está en riesgo, sobre todo si se tiene en cuenta que la paga lleva prima incluida y los recursos no están.

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“NO HEMOS PODIDO HACER LA COLECTA”

Al estar confinadas las monjitas de la Casa del Abuelo no pueden salir a la calle a buscar el recurso para el pago de los empleados. “El mayor problema que tenemos es que nosotros tenemos empleados a los cuales debemos pagarles sus salarios y como estamos aquí encerradas, nosotras no podemos salir a la colecta que es de lo que vivimos”, asegura la madre superiora Paloma Crespo.

Si bien ha habido personas que voluntariamente hacen sus donaciones en dinero a la causa de los adultos mayores asilados, no es suficiente. “Se trata de una minoría y aunque no es una obligación que hagan sus aportes, tal vez por la misma situación de encierro en que estamos, no han podido venir a hacer ese aporte que por pequeño que sea es muy importante para el pago de los salarios a los que tienen derecho los que aquí nos acompañan con su trabajo”, precisó.

Pero hay una razón más y es la restricción de la edad. “Nuestra comunidad es muy mayor. Solamente tres somos menores de 70 años, el resto tienen que quedarse en casa obligatoriamente; las tres menores de 70 siempre no podemos salir entonces es difícil hacer la colecta.  Por eso el llamado es a que Valledupar como siempre lo ha hecho nos siga ayudando; se sabe que esta circunstancia que estamos viviendo por la covid-19 ha afectado a todo el mundo  y las condiciones son difíciles”, explicó la religiosa.

Es claro que al no poder realizar la colecta desde que se decretó la pandemia las entradas de abril y mayo ponen en riesgo el pago de los empleados.

Nosotros aquí tenemos un chofer, un jardinero que trabaja también en mantenimiento. Dos señoras en la cocina; una señora en el lavadero; tenemos dos personas que llamamos las veladoras, que vienen por las noches; dos personas más para la limpieza. Y luego tenemos cuatro personas que son las que trabajan más directamente con la atención de los ancianos. Una más que trabaja en la parte de farmacia y  dos auxiliares. En conjunto somos 16 personas y estamos poniendo en riesgo el sustento no de 16 personas sino de 16 familias”.

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LA MADRE PROVINCIAL

Cuando ocurren situaciones como la atipicidad de la pandemia por la covid-19 o que por alguna circunstancia la casa no pueda ser auto sostenible acuden a la Madre Provincial.

Como nosotros estamos en 8 ciudades de Colombia nuestra sede principal o Madre Provincial está en Bogotá, ellos porque somos una hermandad y por solidaridad en ocasiones nos han ayudado para realizar los pagos de los salarios pero en esta circunstancia no pueden porque todas las casas estamos iguales”, indicó la madre superiora de la Casa del Abuelo de Valledupar.

Paloma Crespo, madre superiora de las Hermanitas de los Pobres. FOTO/JOAQUÍN RAMÍREZ.

A los abuelitos, al personal y al resto de religiosas no les ha faltado nada en materia de abastecimiento porque en los primeros meses de la pandemia los mercados llegaban por montones y aunque en la actualidad este tipo de ayudas ha mermado no se presentan problemas por abastecimiento, por ello el llamado es a la ciudad de Valledupar y a los bienhechores a que continúen con su obra.

Hacemos un llamado de auxilio a quienes siempre nos han estado colaborando.  Nosotras no podemos ir ahora a los comercios ni a los centros comerciales que nos colaboraban ni el sector salud donde íbamos porque esos sitios están cerrados. Pueden hacernos llegar sus aportes directamente a la casa o llamarnos y decir dónde tenemos que ir a recogerlos que nosotros podemos mandar por ellos”, sostiene, agregando que quien tenga la posibilidad lo puede hacer consignando a través de la cuenta corriente número 62833111-8 del Banco de Bogotá.

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La madre Paloma no ha tocado las puertas de los estamentos oficiales pero sí agradeció a la Secretaría de Salud del Municipio de Valledupar porque han ayudado con sus brigadas de salud para que no llegue la covid-19 (lo que sería catastrófico) a la Casa del Abuelo. 

“En ese sentido de la Alcaldía nos llegan mercados y una brigada de médicos con enfermeras, nos han hecho las pruebas. Además para los problemas de salud que tienen los abuelitos nos dieron las recetas por tres meses y una empresa ha venido a desinfectar”, puntualizó.

POR JOSÉ URBANO CÉSPEDES/ EL PILÓN

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