El viernes anterior, la Oficina de Cultura de Valledupar, regida por el abogado e investigador Tomás Darío Gutiérrez, realizó en la Plaza Alfonso López el conversatorio ‘La Palabra Mayor’, con el objetivo de explicar la lectura de la Biblia. El libro que para los cristianos manifiesta la revelación divina, y se cree que se comenzó a escribir 1.300 años antes de Cristo, en tiempo de Moisés, y se terminó poco antes de morir el último apóstol, San Juan, unos 60 años después de Cristo.
El conversatorio fue dirigido por la presidente del Círculo de Periodistas de Valledupar, Yanitza Fontalvo, y participaron tres especialistas en teología: Norberto Mogollón Palacios, sacerdote de la Diócesis de Valledupar; Luis Coronado García, pastor de la comunidad cristiana, y Héctor Jesep, sacerdote anglicano. Un evento maravilloso por la exquisitez del lenguaje de los panelistas en sus explicaciones del libro más leído en la historia de la humanidad.
Los asistentes disfrutamos de una tenue llovizna, que pronto desapareció para permitir que se conversara con las páginas abiertas de la Biblia. Mientras esto sucedía, recordé al ilustre profesor vallenato, fundador del Colegio Pedagógico Moderno, Orlan Corzo Pitre, que solía recitar el discurso sobre la Biblia del filósofo español Juan Donoso Cortés (1809-1853), y hoy presento a mis lectores, algunos fragmentos:
Hay un libro, tesoro de un pueblo, adonde han ido a beber su divina inspiración todos los grandes poetas de las regiones occidentales del mundo y en el cual han aprendido el secreto de levantar los corazones y de arrebatar las almas con sobrehumanas y misteriosas armonías, ese libro es la Biblia, el libro por excelencia. Comienza con el Génesis, que es un idilio, y acaba con el Apocalipsis, que es un himno fúnebre. El Génesis es bello como la primera brisa que refrescó a los mundos, como la primera aurora que se levantó en el cielo, como la primera flor que brotó en los campos, como la primera palabra amorosa que pronunciaron los hombres.
Todos los filósofos y todos los legisladores han sido hijos, por su inteligencia, de otros legisladores y de más antiguos filósofos. Platón desciende de Pitágoras; Pitágoras, de los sacerdotes del Oriente. Sólo Moisés está sin antecesores. Moisés entra en el seno de Abrahán, vestido de blancas vestiduras y bañado de pacíficos resplandores. Moisés, que es el más grande de todos los filósofos, el más grande de todos los fundadores de imperios, es también el más grande de todos los poetas. Homero canta las genealogías griegas; Moisés las genealogías del género humano. Homero cuenta las peregrinaciones de un hombre; Moisés las peregrinaciones de un pueblo. Homero nos hace asistir al choque violento de la Europa y del Asia; Moisés nos pone delante las maravillas de la creación.
Nada está firme sino Dios; todo lo demás pasa y muere, como pasa y muere la espuma que va deshaciendo la ola. La Biblia contiene los modelos de todas las tragedias, de todas las elegías y de todas las lamentaciones, contiene también el modelo inimitable de todos los cantos de victoria. ¿Quién cantará como Moisés del otro lado del mar Rojo, cuando cantaba la victoria de Jehová, el vencimiento del Faraón y la libertad de su pueblo?
Por José Atuesta Mindiola