Por estos días, el vallenato vive momentos de turbulencia, primero con todos los problemas judiciales por los que atraviesa el Jilguero de América, que no solo lo afectan a él y su familia, también la buena imagen de esta región, y sin duda del folclor, y ahora con la separación entre Juan Mario de la Espriella y Martín Elías, lo cual se ha convertido en todo un terremoto.
El twitter, la herramienta comunicativa que por esta época es empleada para lo divino y humano ha dado cuenta del pleito, las ofensas y trapitos al sol que se han sacado estos dos grandes valores de nuestra música.
Una pelea muy parecida a otra parroquial que a finales del siglo pasado describió David Sánchez Juliao en su obra El Flecha, cuando afirmó: “Había dos viejas en el barrio dándose lengua de acera a acera, de pretil a pretil: ti-ta-ti-ta-ti-ta, y se gritaban vainas la una a la otra: tú que vienes a hablá, si tu hija dijo que se había ido pa Venezuela y se fue para un cabaré de Pereira a repartírselo a los cachacos, y la otra le decía: y tu abre el ojo con tu hijo, que mejor ni te lo digo y tú que hablas le gritaba la otra, si tu marido es abstemio de la guasamalleta y tú tienes que abrirle la puerta a otro y tú crees que eso no se sabe”.
Los insultos, improperios y amenazas por los medios masivos y las redes sociales, no me parece que sea la mejor forma de terminar una relación laboral y artística de dos grandes colosos de nuestra música, sin duda a estos muchachos les hace falta prudencia, sensatez y asesoramiento para enfrentar este tipo de situaciones, que entre otras cosas son normales que se presenten en todo tipo de “matrimonios”.
La música vallenata desde cuando los cantantes y los acordeoneros crearon ese binomio vive permanentemente entre uniones, desuniones y reencuentros, por eso para nada es bueno gritarse a los cuatro vientos expresiones ofensivas que conlleven a rompimientos irreconciliables, porque el destino se encarga de hacerle a uno tragar sus palabras.
Hay un adagio popular en nuestro medio que dice que “Nadie sabe la gotera de la casa ajena”, yo desconozco el verdadero origen del problema que llevó a estos artistas a la separación, pero nada justifica que la fama y el prestigio que hoy tienen, los tiren por el suelo, solo por darle rienda suelta a la ira e intenso dolor que se puede incubar en ratos de calentura y que algunos medios masivos se encargan de amplificar y atizar.