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Ironías ambientales

“La mayor parte de los ecosistemas de Colombia han sido transformados, afectados o degradados por causas diversas, entre las cuales se pueden mencionar los cultivos ilícitos, el uso inadecuado del suelo para actividades agropecuarias, la minería a cielo abierto y la introducción de especies, en algunos casos invasoras; lo cual ha disminuido la capacidad de los mismos para la prestación de servicios ecosistémicos a la sociedad como lo es el suministro de agua, alimentos, regulación del clima, entre otros”.

Este concepto fue emitido por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo el pasado 15 de agosto cuando presentó su Plan Nacional de Restauración Ecológica, Rehabilitación y Recuperación de Áreas Degradadas (PNR), proyectado a 20 años, con el propósito de orientar y promover procesos integrales de restauración ecológica que busquen recuperar las condiciones de los ecosistemas como su estructura, su composición o sus funciones y garantizar la prestación de servicios ecosistémicos en áreas degradadas de especial importancia ecológica para el país.

Mientras esto se habla en Bogotá en cabeza del máximo ente ambiental, en el Cesar, específicamente en el corregimiento de El Jabo, norte de Valledupar, se registra una grave situación de deterioro ambiental, según han denunciado pobladores del lugar. El hecho es que sin ningún control ni permiso, un hacendado de la región decidió desviar dos afluentes que benefician a las fincas cercanas y a los habitantes de los corregimientos de El Jabo y Guachoche, que ya sufren por la escasez de agua. Lo más preocupante del caso es que no es una situación nueva, sino un daño ecológico sistemático que infortunadamente no ha contado con la vigilancia y el control de la autoridad ambiental del Cesar.

El llamado es a las autoridades, especialmente las ambientales (Corpocesar y Secretaría de Ambiente del Cesar, Alcaldía de Valledupar, Defensoría del Pueblo, Procuraduría Agraria) para que actúen frente a este hecho. Una de las más afectadas es la finca Río de Janeiro, de más de 300 hectáreas, que durante una década fue monitoreada por la Universidad Nacional de Colombia, institución que logró el registro de un centenar de aves típicas de la región y múltiples especies de árboles en peligro de extinción, los mismos que hoy están en peligro por las malas prácticas ambientales que allí se realizan.
El ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Gabriel Vallejo López, dijo que la restauración ecológica es una de las maneras de recuperar alguna parte del patrimonio natural, la riqueza biológica y los servicios ecosistémicos que hemos perdido durante décadas. ¿Será que en el Cesar tendrá eco su llamado?

Categories: Editorial Opinión
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