En la última década el departamento del Cesar ha invertido billonarios recursos en infraestructura. Su ventaja comparativa de ser receptor de regalías directas a través de la antigua ley de regalías, que no cambió mucho con el nuevo sistema, le permitió proyectar importantes obras para generar impacto en la calidad de vida de los cesarenses. Unas han sido de cal y otras de arena, porque muchos de estos valiosos recursos engordaron elefantes blancos a lo largo y ancho del Cesar.
La situación no ha variado mucho en diez años, aún siguen obras que demoran el doble y hasta el triple del tiempo estimado del proyecto, con incumplimientos, prórrogas y retrasos. Sin desconocer que las obras que sí han tenido final feliz (carreteras, colegios y parques) han mejorado beneficiado a la comunidad.
La infraestructura es un tema sensible, porque es la que más inversión requiere y a su vez la que más atención y seguimiento necesita.
En la administración del exgobernador Luis Alberto Monsalvo se invirtió más de un billón de pesos en infraestructura, especialmente en infraestructura deportiva, recreativa, hospitales y vías.
Infortunadamente muchas obras no concluyeron en los tiempos estipulados y hasta el día de hoy siguen en ejecución lenta o paralizadas, como el caso del hospital de El Copey.
El gobernador Francisco Ovalle Angarita recibió una herencia numerosa de obras en ejecución y cae sobre él la responsabilidad de su culminación a satisfacción. Por eso se recibe con expectativa el cambio que hizo en la Secretaría de Infraestructura, de la que salió Omar Maestre, que heredó del gobierno Monsalvo, para nombrar a Federico Martínez (también de la administración pasada). Ese nuevo aire, aunque sea con funcionario ‘viejo’ (no por edad, sino por antigüedad), puede ayudar a desentrabar varios proyectos que son el dolor de cabeza hoy.
No en vano, la semana pasada el gobernador Ovalle requirió al contratista de las obras del Centro de Desarrollo Tecnológico en Ganadería, CDT Ganadero, para que entregue la segunda fase de dichas obras antes de finalizar el año. El tono enérgico del mandatario departamental se sintió al pedir al representante del Consorcio Areka “que agilice los trabajos contratando al personal suficiente y necesario para imprimirle un ritmo de trabajo continuo y parejo en la observancia de la calidad de la obra, para que esta pueda estar culminada el 15 de diciembre del año en curso, al menos en los componentes de laboratorio físico-químico, auditorio y cafetería”.
Esta obra, solo para poner un ejemplo, debía ejecutarse en 12 meses, pero han pasado 18 y nada que la terminan.
Lo mismo ocurre en las obras del estadio municipal que aún no han sido entregadas formalmente, a pesar que hace rato se acabó su plazo, o en el hospital de El Copey que lleva más de 10 meses paralizado. También están otras obras como la vía Zanjón-Pueblo Bello, el hospital de Aguachica, la Universidad Nacional, la sede bioclimática de Corpocesar, la plaza de gobierno, entre otras.
Los cesarenses esperarán con optimismo que este año termine con más obras concluidas y que la historia de las ‘inconclusas’ sea un mal recuerdo.