Algo sobre
Por: José Romero Churio
Las ocho medallas ganadas por deportistas colombianos en los Juegos Olímpicos realizados en Londres, de verdad, han sido momentos de alegría en medio de tantos sucesos desagradables, que a menudo ocurren en nuestro país.
La medalla de Bronce del taekwondista Oscar Muñoz Oviedo, ha llenado de júbilo a Valledupar, ciudad donde fue criado desde su niñez, en un barrio humilde como sus padres. Con sólo 19 años de edad y sin haber terminado el bachillerato, además de llevarle la medalla a su madre y a su padre, también los pone a vivir en una casa digna que, con actitud de funcionario noble, se la entrega el alcalde de Valledupar Fredys Socarrás Reales, a quien se le resalta su nobleza, en razón a que se la ofreció antes de viajar a Londres, por el mérito de haber logrado su clasificación de participar en tan magno evento deportivo.
Este joven deportista viajó a Londres acompañado de su entrenador Álvaro Vidal Martínez, ambos con la fe triunfadora de los campeones. A Álvaro Vidal Martínez, se le aplaude su amor al taekwondo y su empeño de enseñarlo a los niños y jóvenes de Valledupar pero, ante todo, se le elogia el cuidado brindado a sus pupilos, de lo contrario, Oscar no hubiera ganado medalla olímpica.
Los honores y regalos que están recibiendo los ocho medallistas olímpicos son bien merecidos; sin embargo, valga la advertencia, especialmente a los niños y a los padres colombianos, que no se vayan a ilusionar, creyendo que el triunfo en el deporte es más importante que el estudio con logro de un titulo universitario.
Para que haya rendimiento en el deporte, el Estado y a la empresa privada tienen que invertir mucho dinero, no sólo patrocinando a los deportistas destacados por cualidades innatas, sino en su selección desde el comienzo escolar.
A las niñas y niños que desarrollan cualidades deportivas, además de incentivarlos hay que prepararlos con formación integral. Ojalá en Colombia se establezca la formación de deportistas, como política de Estado.
Oscar apenas tiene 19 años, para las olimpiadas de Rio Janeiro estará en 23 años, en la siguiente con 27 años y después 31 años. Esto quiere decir, que si sigue trabajando con juicio, con buenos fogueos, entrenamiento y ayuda necesaria, en potencia Colombia tiene otras tres medallas olímpicas, además de las de otros torneos internacionales, como los mundiales, panamericanos, sudamericanos, del caribe, amén de las nacionales, regionales y locales.
La libertad de Sigifredo López
La libertad de Sigifredo López estaba en Mora. Nunca dudé de su inocencia, no por pálpito ni por que no fuera capaz de cometer el aberrante crimen de ser cómplice en la planeación del secuestro de sus colegas diputados y posterior muerte en cautiverio.
Especialmente, dos motivos me hicieron creer en su inocencia, uno de ellos fue el análisis sobre, si en caso de que fuera miembro de las Farc, qué utilidad tendría de trasladarlo al monte, si le era valioso como miliciano, ya que fue concejal y alcalde de Pradera y diputado del Valle y podría llegar a otros puestos más importantes.
Lo otro fue la emoción de su rostro cuando vio a sus hijos en el momento de su llegada del secuestro que le atribuyeron. Esa imagen tan conmovedora no podía ser una farsa.
Ya está en libertad, por orden del Fiscal General, quien manifestó no tener argumentos para mantenerlo en prisión y – a la vez- dijo, que Sigifredo tiene toda la razón en demandar a la Nación por daños y perjuicios. Falta ver cuanto será su pretensión económica, de la cual no hay duda será multimillonaria.
Una de las enseñanzas de este lamentable episodio es que en Colombia hay muchos presos inocentes. Toca preguntar ¿Qué pasará con el fiscal que mandó a Sigifredo a prisión?, el Fiscal General tendrá que llegar hasta las últimas consecuencias, de lo contrario nadie creerá en nuestra justicia ya desprestigiada.
Señor Fiscal General, usted tiene la última palabra. Le toca investigar si hay o no el cartel de testigos falsos, a los que les pagan para poner presos a inocentes.