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El homo beso, un tabú mojigato

Vivimos en una sociedad de tabúes; se trata siempre de banalizar lo importante y darle relieve a la frivolidad, según convenga. Los besos dados entre ‘Poncho’ y Silvestre en el Parque de la Leyenda han hecho que muchos beatos se rasguen las vestiduras aunque a otros (as), esto, poco común en el mundo occidental, no va más allá de una recóndita manifestación de aprecio mutuo y amistad, así lo interpreto yo.

Lejos están estos dos talentosos cantantes de tener en su ventana oculta algún rastro de promiscuidad. A ellos no hay que tasarlos por un macondiano acto sino por los inmensos aportes que le han hecho al folclor vallenato. Siempre hemos aceptado que dos damas puedan besarse y agarrarse de las manos sin darle malicia. Este raro episodio en nuestra cultura machista podría interpretarse como un avanzado nivel de liberalismo y sinceridad que muchos aún no hemos alcanzado; podríamos decir que fue un desafortunado momento, violatorio de un paradigma de prejuicios y mojigatería de una hipócrita sociedad que comulga y peca.

No es para tanto, no fue una noche de lujuria sino un momento crítico en el cual el licor borra los límites entre la racionalidad y la bestia, pero esto se ha dado en todos los tiempos y dentro de muchas culturas; Noé, todo un patriarca bíblico, también rebasaba estos límites en sus momentos de crápula.

Para muchas culturas besarse los hombres es lo más natural; es bien recordado el llamado “Beso de la muerte”, que dejó una visión pictórica en el muro de Berlín, entre Leonid Brezhnev, presidente de la URSS y Herich Honecker, líder del Partido Socialista Alemán, en 1979, durante el 30 aniversario de la República Democrática Alemana. Nadie se escandalizó ni lo recuerda, lo que tenemos en mente es la caída del muro de Berlín que ese día comenzó a agrietarse. Con este intenso beso los dos líderes socialistas pretendían sellar el compromiso de los EE.UU de no impedir la invasión de la URSS a cualquier país del campo socialista tal como había ocurrido en Hungría y Checoslovaquia. Hoy, pese a todo esto, los hombres rusos continúan besándose.

También, el actor Johnny Depp ha besado a varios de sus entrevistadores poniéndole colorido al reportaje. De suyo, no hay besos ni buenos ni malos, depende de la intención y del contexto cultural. El cuestionado beso de Judas a Jesús, aún no certificado por la historia, ha sido presentado como el símbolo de la traición; el beso de Jacob a Isaac en su lecho de enfermo, fue comercial; aquí Jacob desheredó a su hermano Esaú. Los persas acostumbraban a besarse sin distinción de sexos igual que los griegos, Platón lo disfrutaba, claro él tenía sus propios intereses, según la historia.

Es un desperdicio llenar las páginas de las redes sociales con reproches puritanos mientras nuestra sociedad se deshace con tanta inequidad e injusticia. Es menos peligroso un beso entre dos hombres que un AK-47 en las manos de ellos. Aquí lo que vi mal fue tratar de reproducir las ráfagas de la parranda de Astrea, incluidos vivas. Aclaro, no pretendo ser apologista de estos hechos.

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