En el año 2014 Colombia estuvo cerca de dar un paso trascendental que, de haber tenido ocurrencia, le hubiera permitido a la nación recuperar el rumbo.
Es imposible olvidar que la fórmula integrada por Óscar Iván Zuluaga y el autor de estas líneas, ganó, pese a los obstáculos de todo orden que se enfrentaron en el camino, la primera vuelta.
Y sobre la segunda, el país ha ido conociendo, poco a poco, de qué manera actuaron los poderes para impedir el triunfo de las mayorías anhelantes de cambio.
El resultado de aquel año llevó el país a transitar un mal sendero. Basta mencionar que, en materia económica, se sigue sufriendo la desaceleración, el acuerdo Santos-Timochenko fue derrotado por el pueblo colombiano, la inseguridad continúa creciendo, y la desesperanza de los ciudadanos ha llegado a extremos que no tienen antecedentes en la historia reciente.
Eso es lo que ha sucedido desde entonces, tanto por los errores del gobierno como en virtud del eco sobre cuya legitimidad quedó un manto de duda.
A partir de aquel resultado, centro democrático continuó en la tarea de hacer oposición constructiva y propositiva.
Con gran dedicación, sus parlamentarios lograron ser reconocidos como la bancada más disciplinada, estudiosa, laboriosa y cumplida.
En igual forma han actuado quienes integran los distintos órganos de dirección, con el propósito de mantener vivo un debate que le conviene a la patria.
Las falencias de hoy fueron advertidas con anticipación suficiente. Se señalaron los peligros de las malas decisiones para el aparato productivo nacional, el atroz incremento de las áreas de cultivos ilícitos debido al impacto de las conversaciones en La Habana, y el error histórico de haber impedido la definición de un gran acuerdo nacional para la paz. Esa tarea se ha hecho con patriotismo.
Los hechos, de otro lado, siguen demostrando que la razón acompañó a la mencionada fuerza de oposición democrática, pese a las descalificaciones permanentes en boca de los voceros oficiales. Las elecciones que hoy tienen lugar representan una nueva oportunidad para Colombia.
De lo que se trata es de dar el primer paso definitivo para crear las condiciones que permitan un crecimiento económico acelerado, a fin de tener buena política social, generar empleo y construir equidad.
Hoy debe elegirse la fuerza parlamentaria que convierta en realidad la decisión política de bajar el gasto improductivo, disminuir los impuestos y aumentar el salario de los trabajadores. Es decir, de darle nacimiento a una economía en la que todos ganen, con el propósito de que siga creciendo la clase media.
El veredicto que pronuncien en esta fecha los votantes será el primer paso en el camino de decidir si se avanza en la dirección de superar la desigualdad social generando riqueza, o se condena nuestra sociedad a la profundización de la pobreza.
Este último sería el resultado de la puesta en marcha del socialismo siglo XXI. Por fortuna, todos los días es más evidente el apoyo a la opción que representa Iván Duque. En la medida en que el país lo conoce más lo admira más, lo sigue más y lo respalda más. Ese sentimiento creciente es el que se reflejará en la gran consulta por Colombia.
Está emulado el doctor Duque con colombianos de altísimas condiciones como la doctora Marta Lucía Ramírez y el doctor Alejando Ordoñez, llenos los dos de merecimientos. Pero su juventud, preparación y el atractivo de las propuestas que está planteando le permitirán tener la primera votación.
No obstante, la gran triunfadora será la alianza que, en buena hora, concibieron los expresidentes Uribe Vélez y Pastrana Arango, para que vivamos en una Colombia distinta.