La gratitud es un valor que debemos cultivar y tener presente en los actos más grandiosos y también en los más sencillos y elementales.
Hoy, algo que deseo resaltar, mi gratitud inmensa a Chinú, ese pueblo hermoso lleno de cultura que refleja en el rostro de cada ciudadano, simpatía y amor por su terruño.
Gracias a la ‘Corporación Encuentro Nacional De Declamadores y Poetas de Chinú’, en su versión XXXI.
Este año 2023 fui objeto del homenaje que la corporación resalta en cada una de sus versiones.
Honor inmenso que compartí junto a Paola Andrea Sanes González.
Agradecido con Miriam Castillo Mendoza, presidente del encuentro, con su equipo colaborador, por el esfuerzo y enjundia, por los resultados mostrados hasta en el más mínimo detalle.
Gracias a Milena Carrasquilla, una coequipera de lujo que se entrega con pasión al encuentro y al semillero ‘Rosita Santos’ junto a Dayana Lara Carrasquilla, extraordinarias.
El compromiso del pueblo que cada año muestra su casta para hacer de este un evento maravilloso.
Llegaron los encuentros y abrazos con los invitados especiales; los concursos iniciaron, y con ellos los ganadores de las diferentes categorías: infantil, prejuvenil, juvenil y mayores, además la categoría de poesía inédita cantada. Total éxito.
Disfruté como nadie cada espacio, fui jurado, espectador y público de honor de un evento especial.
Al cierre la ceremonia de gala, una velada exquisita, incluida una cena con invitados de lujo: Fabio Ortiz Ribón, amigo, periodista y poeta; Jim Persal, Félix Calvo, Ana D Mejía y William su esposo; Luz Elena, Lina María, Paola Sanes y su familia.
Sol María Pretelk, José Asunción, el maestro Lucho Garnica, Darío Castillo; poetas, declamadores y representantes de la administración municipal y departamental.
Un acto sobrio, pero significativo y muy especial para mí.
Aquí abro laureles para exaltar a dos niños prodigiosos que hicieron de esta gala algo maravilloso.
La niña Mariana Sofía, un prodigio del arte, que me regaló un cuadro; una pintura mía hecho por su talento. Y el niño Ernesto Leclerc Hernandez, todo un señor cantor. Ambos de Chinú.
Pero había algo, durante mi estadía en cada evento y al final de la jornada de cierre que venía afectando mi salud; un malestar en la cabeza, producto del accidente sufrido el 26 de agosto y denunciado a través de EL PILÓN. Otra historia.
Tuve que regresar de urgencias a mi pueblo, a mi tierra Valledupar. Debí internarme en una clínica y ser sometido a una craneotomía, operación delicada, para extraer un hematoma y parar un drenaje de sangre que me afectaba seriamente.
UCI durante muchos días, exámenes, tomografías; puyas permanentes y la incomodidad de estar lleno de cables y sondas por todas partes del cuerpo.
Incomunicado, con la presencia de mi familia solo por una hora en cada visita diaria y la mente sin parar, pensando de todo.
Y aquí mi gratitud se eleva a niveles inimaginables, gracias Valledupar, a todos los amigos por sus oraciones, por su cálido apoyo, lo sentí en medio de todo y de nada.
Especialmente debo agradecer al dr. Maximiliano Páez que me operó, un señor neurocirujano; al equipo de UCI de la clínica Simón Bolívar, ángeles que puso Dios para que me cuidaran y velaran por mí.
A la jefe Rosa Icela Campo, no es una enfermera es un ángel maravilloso; a todo el cuerpo de enfermeras y médicos; a los asistentes de aseo, al equipo de camilleros, a todos mi gratitud.
María Fernanda Patiño, Liceth Castro, María Viña, Andrés Morales, bendito eres entre todas las mujeres; tremendo combo trabajador.
Gracias, gracias, gracias.
Sigo en la clínica, al momento de escribir esta nota; sigo recibiendo las atenciones y cuidados de este maravilloso equipo humano. Ya pronto estaré fuera en el seno de mi hogar pero con el corazón henchido de gratitud, que se queda allí en medio de ustedes.
Gracias, ese es el sentir que Dios deposita en mí. Sólo Eso
Por Eduardo Santos Ortega Vergara.