La Universidad Popular del Cesar realiza mañana sus elecciones para escoger a los representantes en los distintos órganos de gobierno, que tiene como premio mayor el Consejo Superior Universitario (CSU), el cual se pelean como gatos boca arriba los políticos más destacados del Cesar que hoy ostentan el poder porque salieron victoriosos en las elecciones de octubre pasado.
Desde hace años la Universidad viene lanzando señales de auxilio con las que piden desesperadamente que le saquen la politiquería de sus entrañas para que reine la academia y no los intereses particulares de los poderosos políticos que se desviven por manejar su presupuesto y las personas que allí trabajan para agrandar su caudal electoral.
La inquietud que surge ante este panorama es a qué juegan esos políticos, cuando la Universidad tiene un presupuesto deficitario (70 mil millones anuales) y sus necesidades reales son de 130 mil millones de pesos, incluso en este momento cumple un proceso de acreditación de calidad, el cual cuesta 30 mil millones de pesos con los que hoy no cuenta y les ha tocado a sus directivas restringir el gasto.
En estas afugias EL PILÓN conoció que al rector actual, Carlos Oñate, ningún político lo ha acompañado a hacer gestión alguna, a pesar que se ha conocido que varios congresistas lo han llamado y lo han visitado, prometiéndole apoyo, pero nada se ha concretado.
Entonces no se justifica como hoy los congresistas Alfredo Cuello Baute, Cristián José Moreno, José Alfredo Gnecco y Eloy Quintero tienen un afán de impulsar candidaturas como las de Henry Padrilla, Fabián Arzuaga, Laurean Romero y Darwin Mannsbach, que lo único que han hecho es politizar el proceso interno de la Universidad para escoger a los representantes de los órganos de gobierno. Ni que decir de Juan Carlos Prieto con el apoyo del Polo o Ricardo Solorzano impulsado por algunos exrectores, ¿Cuál es el interés de los señores congresistas en la UPC? Se tiene información que algunos de ellos son los que coadyuvan en el Consejo de Estado la demanda contra la elección del rector Carlos Oñate y tienen puestas todas sus esperanzas en la posibilidad de elegir nuevo rector con el cual podrían manejar la contratación, sobre la que hoy no tienen control.
De todos los órganos que escogerán a sus representantes es el de egresados ante el Consejo Superior Universitario el que ha dado el ejemplo de lo que no se debe hacer en unas elecciones estamentarias. Son 23 mil egresados los que mañana pueden hacer uso de su buen criterio para escoger a alguien que los represente a todos y no a unos pocos. Que gane la academia, no los políticos.