Finalizaba el mes de abril del año 1969 y reverberaba de emoción el segundo Festival Vallenato en la ciudad de los Santos Reyes. Sobre la tarima Francisco el Hombre en la Plaza Alfonso López la figura de una espigada joven graciosa y Risueña arrancó en la multitud, un caluroso aplauso por la forma fluida y elegante como ejecutaba el acordeón, interpretando el pasebol “Ojos Verdes” del Sabanero Rubén Darío Salcedo, en el momento un resonante éxito de Alfredo Gutiérrez; se llamaba Frabiciana Meriño quien había llegado desde El Molino, La Guajira, su solar nativo, a concursar en El Festival, acompañada de sus hermanos menores Osmel y Agustín en la Caja y la guacharaca respectivamente, miembros de un núcleo familiar de larga tradición musical, allí en ese pueblo que también vio nacer al mítico ‘Chico Bolaño’.
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Sin proponérselo ‘Fabri’ como cariñosamente era conocida por sus familiares y amigos estaba con su presencia en ese segundo Festival abriéndole un importantísimo espacio a la figura femenina, que hoy es uno de los mayores atractivos que tienen estos eventos donde solamente los hombres tenían protagonismo.
‘Fabri’ con una voz muy femenina y agradable tenía facilidad para improvisar versos y era todo un encanto verla en tarima; el público la coreaba y la seguía, pero ella desconociendo claramente las reglas del festival se enredó y demoró en una entrevista radial, no estuvo a tiempo para su presentación y fue descalificada del concurso.
Alfredo Gutiérrez sorprendido por la calidad artística de ella la invitó a una parranda organizada por mi Hermano, Rodrigo Oñate Martínez, y allí le hizo el ofrecimiento de ingresar a su conjunto para realizar giras musicales por todo el país, pues en esos momentos era él quien mandaba la ‘parada’ con la música Vallenata, pero doña Francisca Manjarrez, madre de la jovencita que aún no cumplía sus 18 años, se opuso rotundamente al considerar que todavía no estaba preparada para enfrentarse al mundo con una acordeón; sin embargo, accedió a que Alfredo la presentara con su agrupación en las casetas Brodway y Aguardiente Platino, donde fue una verdadera sensación al demostrar que también las féminas podían hacerle honores al legado de Francisco el Hombre.
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Nuestra historia musical ya registraba esplendidas artistas que cantando y componiendo lejos de nuestra frontera a manera de embajadoras daban a conocer la música que afloraba en el gran Caribe, como fueron Estercita Forero en Santo Domingo, Puerto Rico y Nueva York y Carmencita Pernett en México, pero ya con un acordeón diatónico al pecho en un plano meramente profesional fue la agraciada ‘Fabri Meriño’ la precursora al lado de Rita Fernández, pero esta ya con un acordeón cromático o acordeón piano que exige cierto nivel académico para su ejecución, quien es hoy la más encumbrada juglaresa que tiene nuestro folclor.
Un año más adelante, en un encuentro en Barranquilla con Aníbal Velázquez aceptó ‘Fabri’ el ofrecimiento de este, para realizar algunas presentaciones en diferentes puntos de la costa Atlántica lo que fue un verdadero suceso en aquellos espectáculos donde interpretaba con garbo y destreza: paseos y merengues provincianos, en contraste con las vibrantes guarachas de ‘Él mago del acordeón’.
Finalizaba el año 1971 y el día 23 de noviembre regresando de una ovacionada presentación en Corozal, hoy Sucre, ya próximos a Cartagena en cercanía de Turbaco, la buseta en que viajaba la agrupación descendiendo una pronunciada pendiente llamada Loma ‘e Piedra tras el estallido de una llanta delantera, sobrevino un aparatoso accidente donde perdió la vida ‘La Diva Del Vallenato’.
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En su memoria el Maestro Andrés Landero compuso el nostálgico Son ‘Recuerdos de Fabri’, esta es su letra: “Muy entristecido como suena mi acordeón / mí voz apagada por los recuerdos de ella / hogares de luto quedaron en la región / porque del folclor se nos apagó una estrella”. Igualmente José Velázquez le dedicó el sentido paseo ‘Homenaje a Fabri’, que nos dice: “Y la sabana lloró / lamentando por la calle / como la he sentido uo / así la ha sentido el Valle”.
La privilegiada memoria del historiador del Vallenato, Iván Gil Molina, me recuerda que en el Festival del año 1972 fue exaltado el nombre de ‘Fabri Meriño’ cuyos pasos siguen las acordeoneras de hoy en día que nos deslumbran por el alto nivel alcanzado en su ejecución, recordándonos que fue ‘Fabri Meriño’ la precursora.
Por: Julio Oñate Martínez