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Eventos que nos reconcilian con la vida y nos llenan de esperanza

El día 10 de agosto de 2021 asistí a un evento convocado por el Ministerio de Minas y Energía en un escenario impensable pero adecuado, pertinente y absolutamente alegórico por la temática a tratar en el mismo. El escenario alude   a una zona comúnmente llamada por nosotros Ranchería pero que más exactamente define lo que los wayuu definen como el Eirruku. Fue un evento sorprendente para quien escribe ya que me encontré con una exuberante gama de exposiciones plenas de sabiduría, conocimiento, hidalguía, rebeldía y dignidad.

El escenario físico escogido Amunchen refleja las paradojas de los proyectos eólicos en el Resguardo de la Alta y Media Guajira. Allí se recrea la pobreza material en la que coexiste la más numerosa, altiva y digna comunidad indígena. Pero que paralelamente y debido a su potencial, capacidad y demás ventajas estratégicas será el entorno de lo que algunos denominan la Tierra Prometida de las energías eólicas del país.

Extraordinarias intervenciones y disertaciones en las que se esbozó un catálogo de sapiencia por parte de líderes regionales entre los cuales destaco a la diputada Oriana Zambrano, precisa, estudiosa y pertinente; Saúl Carrillo, quien apeló a razonamientos en las que chispearon elocuencia, convicción, convencimiento y puntuales elementos jurídicos, amén de una postura enhiesta y firme. Rafael Zambrano con amplios conocimientos sobre derechos ambientales y constitucionales; Álvaro Iguarán a la altura de su compromiso étnico; Orlando Cuello hizo gala de sus dotes de líder sindical y de ilustración en el tema. Los jóvenes wayuu muy claros, firmes y ahítos de compromiso social. Un gran semillero se vislumbra en un selecto grupo de talentosos y lozanos:  Jarley Molina, Luis Lobo, LImbano Díaz, Eliel Gouriyú y otros prometedores muchachos brillan con luz propia.

Fue tal la claridad, la contundencia y justeza de los argumentos que a no dudarlo el gobierno está compelido a equilibrar la balanza de la ecuación de los intereses que a la fecha se inclinan con holgura en favor de los inversionistas y las multinacionales y por supuesto en detrimento de los actores del otro lado de la ecuación: los indígenas wayuú. 

Las intevenciones de los representantes mencionados atrás con lujo de detalles se enfocaron fundamentalmente hacia la revisión y/o suspensión de los procesos de licencia previa, a evaluar con mayor integridad los impactos ambientales, a que se defina y aclare de qué manera van a involucrarse  y prepararse profesional y técnicamente las ofertas laborales nativas, cómo se promoverán y beneficiarán los oferentes locales de bienes y servicios e inclusive cómo se distribuirán los recursos por concepto de trasferencias a las comunidades y a los territorios para evitar la acentuación de la brecha social existente en el ámbito comunitario.

 Es decir, la redistribución adecuada y social y económicamente de esos recursos con el propósito de atenuar las brechas de pobreza en el territorio. 

Por supuesto no podían estar ausentes las sólidas premoniciones y paralelamente las recomendaciones y sugerencias encaminadas a evitar nefastas y al parecer inevitables consecuencias culturales. La envergadura de los proyectos, la extensa área a ocupar, mucho mayor que la que actualmente invade el proyecto Cerrejón, pronostican un impacto severo en esas materias. Por supuesto el efecto sobre el turismo tampoco pasó desapercibido.   

El evento estaba destinado a debatir otras cuestiones como las salinas de Manaure, la explotación de yeso, los cupos de combustible en el departamento. Pero la agenda fue copada en buena medida por la temática de las energías renovables no convencionales. Léase energías eólicas. En mi caso particular quedé absolutamente satisfecho y tranquilo ya que salió a relucir una serie de actores eruditos, defensores altivos y sobre todo un grupo de representantes wayuú sabiamente informados.

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José Luis Arredondo Mejía: