—¡Buenos días mis compadres queridos…!
—¡Buenos días compadre Chendo!
—¡Caramba, tenía meses que no escuchaba ese alegre coro!
—¿Bueno poeta si usted casi no viene aquí
—¿Bueno ya estoy aquí, de qué están hablando?
—Hablábamos del cafetalero que canta bonito.
—Muy bien, están hablando de mi paisano Alfonso “Poncho” Zuleta. Bien, me sumo a ustedes, ya en Suramérica no hay un cantante como él, de música folclórica.
—No, no, no, poeta, estamos hablando de Iván Villazón.
—Hombre, qué pena señores, Ivancho no es paisano mío, no nació en El Cafetal.
—Sí, ya sabemos Chendo. Usted es el que no sabe que el papá de Iván, Crispín Villazón de Armas, quedó huérfano a los seis meses de madre, y a los 18 años quedó huérfano de padre, pero él se paró y se secó las lágrimas y dijo: palante es para allá. Y se hizo abogado, entonces fue embajador de Colombia, en Bolivia, fue senador de la República, fue representante a la Cámara, secretario de Hacienda del Magdalena Grande, activista para creación del departamento del Cesar, alcalde de Valledupar, y, prívase Chendo, usted que es campesino cafetalero, Crispín fue una potencia para cultivar café.
—Mis compadres, ahí sí que toca decir como dicen los maracuchos: “Coño, qué molleja”. Entonces Iván vio los cafetales florecidos y cargados de café maduros, y el turpial toche montañero montado sobre las hojas de malanga cantando Checlin, checlin.
—Cómo le parece compadre Chendo que sí, Crispín era de Pueblo Bello.
—Caramba, ya decía yo que, si no era de Urumita, en alguna parte Iván había cortado la caña en el cañal y ahí mismo se la chupaba; siempre he dicho que la caña fue la que hizo que Poncho Zuleta cantara con su voz microfónica en el patio de la vieja Cristinita, y yo lo escuchaba allá en la casa de Daniel Celedón, como si él tuviese un micrófono en la boca. Bueno mis apreciables compadres creo que este año a la buena de Dios la Fundación Festival Vallenato la va a sacar del estadio. Les concluyo: Crispín fue más famoso internacionalmente que el hijo, pero con el festival le va a pasar igual que a mí, me dieron a conocer en todo el mundo.
—Compadre Chendo a usted le fue bien con Iván, cuando le cantó ‘El amor es un Cultivo’. ¿Qué pasó ahí que no han vuelto a realizar nada juntos?
—No se preocupen, tiempo habrá; la voz promesa del vallenato es Iván Villazón, no hemos podido coincidir con algo que valga la pena.
ROSENDO ROMERO OSPINO