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Emprendimiento y competitividad de los excombatientes

Excombatientes del Cesar y La Guajira ahora trabajan en su organización comercial para la producción agropecuaria, textiles, servicios, entre otras áreas. Su objetivo es ganarse un espacio en los mercados de la región, dejando al atrás el estigma que les impuso la guerra. Los habitantes de los espacios territoriales de capacitación y reincorporación (ETCR) de estos dos departamentos han demostrado que quieren negociar en la legalidad y quieren que ya no los vean como parias, sino como ciudadanos emprendedores.

La Cámara de Comercio de Valledupar es propiciadora de la reincorporación a la vida civil tanto de exguerrilleros como de exparamilitares. Sin embargo, su apoyo tiene un capítulo especial en el ETCR de Pondores, La Guajira, donde hay cerca de 300 habitantes con más de 200 hectáreas de riego para la agricultura; hay 10 mil matas de plátano, lo que demuestra su potencia para la producción de frutas, verduras y hortalizas.

Este ETCR se está convirtiendo en dispensa agrícola del sur de La Guajira, en proveedor de pequeños y grandes comerciantes. La Cámara de Comercio de Valledupar ha ayudado además a que los excombatientes de las Farc sean proveedores de uniformes de dotación, elaborados en sus talleres de sastrería.

Mientras en otras zonas del país los ETCR cada día quedan más desolados, este crece porque allí las personas han encontrado una oportunidad de desarrollo económico con la creación de cooperativas y fundaciones que les permiten ejecutar sus proyectos con ovinos, sastrería y agricultura de forma más organizada.

En Pondores estuvo de visita Alcides Mattos Tabares, excomandante del frente Juan Andrés Álvarez de las Autodefensas Unidas de Colombia, grupo en el que era conocido como El Samario. Él se sentó con Joaquín Gómez, líder del ETCR, y conoció la experiencia de los exmilicianos con la idea de emular esas iniciativas con los desmovilizados del año 2005, también contando con el apoyo de la Cámara de Comercio de Valledupar y otras entidades.

Ahora como empresarios, los excombatientes y sus familias están aprendiendo a abrir mercados para sus productos y se han bancarizado, demostrando que su esencia es ser seres humanos productivos, al servicio de la sociedad, no agentes del conflicto armado, como lo fueron en el pasado.

Es importante destacar que los ETCR cuentan con apoyo del gobierno y las ONG, pero sobresale el impulso de una víctima del conflicto armado como lo es el presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio, José Luis Urón Márquez, secuestrado por el ELN, grupo que además asesinó a uno de sus hermanos y secuestró a otros integrantes de su familia.

Es admirable que este personaje no se dedicó a atacar a sus opresores, sino que prefirió atacar a los factores que propician la guerra: la falta de oportunidades y la desigualdad social.

Así queda demostrado una vez más que víctimas y exmilitantes de los grupos armados de diferentes ideologías pueden convivir en paz, que es mejor dejar de hablar de víctimas y victimarios; empezar a referirnos a clientes y proveedores, a estos agentes generadores de cambio económico gracias a las habilidades que les han dado para seguir el camino del emprendimiento y la competitividad.

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