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El Verdadero Mattos

Por: Rodrigo López Barros

Mi columna periodística anterior, respecto del empresario mencionado, ha cobrado vuelo, y audiencia, en los cielos de varias comarcas del país, y no solo en la de La Región Caribe.

Fue reproducida inmediatamente por el periódico El Heraldo de Barranquilla y por la misma Revista Semana – en su versión internet del día 28 pasado –, desde la que, edición No. 1520, injusta y desobligantemente, él había recibido las andanadas traviesas del cotilleo de la periodista M.J. Duzán, y, en la misma, ediciones anteriores y posteriores, el reiterado sonido del son burlesco del columnista de ella, Daniel Samper Ospina.

Fue reproducida, digo, no por su modestia literaria, sino por la gran verdad de que estaba, y está, revestida. Puesto que ninguna persona, ni periodista alguna (o), por más pagada (o) de sí misma (o) que se considere, tiene facultad para invadir los ámbitos privados de otro ser humano– ¿Con qué derecho? –, así sea con el argumento falaz de que se trata de un asunto y de un hombre públicos.

Esa ha sido la llave maestra, falsa, que abre intimidades, de la que se han apoderado no pocos periodistas, alzándose con fama, y quizá con qué otros intereses, por encima de los demás conciudadanos. Han vuelto al país una gallera humana.

Por el motivo de que se trata, he recibido muchos mensajes, correos electrónicos – hasta largos –, llamadas telefónicas, saludos personales, de distintas personas y desde diferentes sitios del país, todos vindicativos de Mattos y solidarios con él, con excepción, única excepción — desde luego respetable –, valga reconocerlo en honor a la verdad completa, de la opinión de una persona de acá mismo, quien se alinea e identifica con la columna de la Duzán, cuyo nombre, sin embargo, es secreto mío, irrevelable.

Pues bien, como suele decirse, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, antes de transcribir algunos párrafos de los mensajes recibidos que se adhieren a mi parecer acerca de Mattos, quisiera invitar a éste, públicamente desde aquí, a que entregue al país un video sobre el verdadero Mattos, en el que se haga acompañar por una, o un, periodista, que las (os) hay en Colombia de muy buena calidad humana, por ejemplo, María Isabel Rueda, en el que ilustre a la comunidad nacional, y aún internacional, sobre todas las empresas que han nacido de su inteligencia creativa, y cómo con su comprobada voluntad de superación, las ha puesto a funcionar, hasta entregarlas flamantes al país y competitivas en el mundo de la moderna economía de punta, fomentando muchísimos puestos de trabajo, agregando valores humanitarios.

Seguramente,  allí la evidencia nos mostrara, si el ‘enano’ es Mattos, o, por el contrario, son sus malquerientes.

Aprovecho para enfatizar que también la Costa Caribe, aporta al país un número no despreciable de pujantes empresarios, nacidos en variados lugares de su geografía, y que, por lo menos, son tan paraiguales como los de otras regiones de la nación. Y no solo empresarios, sino cuántos hombres de ciencias, excelentes escritores y formidables artistas. ¡Qué podemos hacer causa común!.

No ha quedado espacio sino para transcribir uno solo de los mensajes, anunciados antes, pero que los resume, sobre todo respecto de los de la Región Caribe, y cuyo sentimiento, el buen espíritu de unidad nacional no debe despreciar:

DE: (j.osoriorestrepo@gmail.com): Doctor López, LO FELICITO por su artículo del pasado domingo 26 de junio. Yo escribo en LA LIBERTAD, donde soy colaborador con una columna semanal, generalmente los días sábado, desde hace varios años.

Ya estaba preparándome para escribir en defensa de Carlos Mattos, cuando mi esposa y mi hija me advierten sobre lo escrito por usted; a Carlos lo conocí siendo muy joven, precisamente en Codazzi, al iniciar mi carrera profesional como Ingeniero Agrónomo en 1966. Ese día estaban el padre del negro Amarís, y Manuel Germán Ariza, ellos y dos agricultores más conversando animadamente con Don José Bolívar Mattos, sobre diferentes aspectos del cultivo del algodón. Fue una reunión de tres patriarcas,  orgullos de la Costa Caribe, incansables, laboriosos y honestos trabajadores de nuestra región. No soy amigo de Carlos, pero si lo soy de Enrique y puedo afirmar lo mismo que usted: él no tiene ni por raza ni por cultura ninguna tacha, sólo puede afirmarse que es envidiado por su talante y su generosidad.

Yo no tolero ni permito que se ataque o se ofenda impunemente a ningún valor cultural, económico o social de mi tierra costeña. Atentamente, JORGE OSORIO RESTREPO.

rodrigolopezbarros@hotmail.com

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