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El vallenato, patrimonio inmaterial de la humanidad. ¡Pero…!

Por: Víctor Martínez Gutiérrez 

vicmart0423@hotmail.com

Pasada la Semana Santa llega la celebración del 57 Festival de la Leyenda Vallenata, disfrutando una fiesta que convoca todos los sectores políticos, económicos y sociales de Colombia, incluidos la asistencia de muchos extranjeros que, con frecuencia, se hacen presentes en la Capital Mundial del Vallenato. Cada vez nuestra música vernácula conquista más al mundo del espectáculo; por su condición llena de poesía y expresión mítica, que el mismo premio nobel García Márquez describió en su obra ‘Cien años de soledad’. 

Lo que comenzó como expresión espontánea de los pueblos, negros e indígenas sumado al instrumento venido de Europa, el acordeón, se obtiene un logro importante por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO); reconocimiento que se obtuvo en el año 2015, cuya tarea estuvo a cargo de destacadas personalidades de la región del gremio musical, acompañado del Gobierno nacional. Gracias a la globalización universal; y a su utilidad económica que genera su comercio que la promueve, el natural ejercicio del capitalismo que monetiza los bienes y servicios, llevándolos al consumismo, hasta cuando le sea útil a sus intereses que lidera; he ahí la discusión para quienes critican que el vallenato está en crisis; no comprendiendo que este producto se monetizó y cada vez el mercado le exige adecuarlo a la explotación, a que fue llamado cuando se descubrió que era generadora de riquezas, no solamente para los grandes empresarios del negocio; sino también, para miles de familias, que hoy reciben el sustento de su trabajo, en largas jornadas nocheras a lo largo y ancho del mundo que lo disfruta. 

Lo otro es la tarea por conservar nuestra música original que reclama su naturaleza auténtica, esa que nació entre pueblos, valles, serranías y llanuras y que luego en su época tímida llegó a los pretiles de la capital del Cesar salida de los patios, de las casas de bareques, siguiendo su aventura a los clubes, y a los estratos más encumbrados del país y luego da el paso hasta llegar a la Casa de Nariño; y de ahí a pasearse por toda la geografía colombiana, hasta llegar a ser escuchado, hoy en la estación del metro de Nueva York, Madrid, etc. 

Incluso recuerdo, tal vez de las pocas sonrisas de presidente Bush, sacada de su encanto por los Niños del Vallenato, por una especialidad del presidente Clinton que permitió este evento cultural; y así se sumarán muchas anécdotas del proceso del atractivo del vallenato. Comparto que es hora de unir los sectores que han luchado para que la música vallenata haya obtenido el más alto reconocimiento por la UNESCO; pero también resulta obligado revisar los compromisos impuestos para su mantenimiento y conservación, evitando la pérdida de sus raíces que amenazan su originalidad. 

Confieso ser el que menos sabría exponer de vallenatología; pero ello no me evita la preocupación en un tema que nos une a los vallenatos; por lo que atrevidamente propongo “lograr, que los grupos vallenatos en los eventos contratados a realizarse en el país y en el extranjero, como aporte a la salvaguardia, hagan una presentación de los cuatro aires vallenatos, los cuales quedarían bajo la dirección de la agrupación hacerlo en el espacio que lo consideren”. Mi propuesta podría ser, o no, original, pero requiere de algún organismo que la adopte y haga posible su cumplimiento, en la cual no tengo dudas que nuestros artistas la acogerán, para bien del folclor vallenato, donde es notorio una labor dispersa de sus quijotes  y con poca ayuda de los organismos oficiales para darle cumplimiento a las recomendaciones de la UNESCO, que declaró nuestra música Vallenata, más allá de su origen, haciéndola propia de la humanidad. 

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