Se acabaron 65 años de una fraternal amistad y 84 de una fructífera y ejemplar vida, se nos fue Yalil Muvdi, el inolvidable ‘Turco Yalil’. Quién no lo conocía, quién no lo quería, si era visitante asiduo de los sitios más humildes para tirarse un suculento guiso de iguana o una langosta en el mejor restaurante.
Alternaba con todo mundo y se paseó por todas partes, especialmente por la Calle del Cesar, al lado de Cesar Gómez y Fermín Medina, fallecidos, pero departía también con Enriquito Díaz y Rodolfo ‘cuatro codos’ Ustariz, su socio Galvis, Germán Contreras, Rafael Leal, Farídes Díaz y los hermanos Aramendiz.
Ingresaba, después de las diligencias bancarias y de visitar sus negocios, al famoso Rey de los Bares, donde era conocido y apreciado por todos, y repartía empanadas, panochas, arepita, queque y merengues a todo el que quisiera. Desaparecido El Rey, nos mudamos para la Academia de billares El Mundial.
Todos los días, de 2:00 a 4:00 de la tarde, religiosamente lo esperaban para hablar, chismosear, que le encantaba, mis hermanos Tico y Rolando, Hilario Añez, mi compadre Jaime Céspedes, Norberto Romero, Nando ‘El Gastón’ Fernández, Poncho, Orlando y Lino Calderón, Orlando Paéz y yo. Iniciábamos una buena tertulia y de ahí pasaba a echar un chico con ‘Chago’ Rojas o con Hernán Daza, el hombre más ‘piedrero’ de Patillal, a quien tenía el descaro de pedirle partido a pesar que jugaba menos que él, porque eso sí, siempre iba montado. San Martín, le decía yo, aunque al final ganara, pagaba, pero le gustaba la chercha y la burlita con sonrisita a bordo. Conocía a cientos de ‘buchacareros’, y calladito, porque era apostador, se enganchaba con ‘El Tío’, saludaba, y de vez en cuando echaba sus manitos con los del arrancón y dominó, además era un experto y hábil jugador de póker y nunca, léase bien, jamás tuvo una discusión o altercado, y siempre su mano generosa estaba abierta y extendida para satisfacer las necesidades del que se le acercara a solicitarle ayuda.
Cómo lo van a olvidar sus colegas del ‘Tamarindo’, Joaco Campo, Marcelo Calderón, Rafael ‘Foto Star’ Martínez, Lucas y Julio Monsalvo, Manuel Gutiérrez, y otros que lo esperan entusiasmados para que les lleve noticias frescas y echar unas manitos de cualquier juego; y también, cómo lo van a olvidar el combo de los galleros, con su compadre y hermano, decía él, el patriarca ‘Checho’ Castro, Darío Pavajeau y Jhonny Pérez, y los desaparecidos Enriquito y Álvaro Orozco, ‘Monche’ Castro, Salomón Saad, ‘Cabiche’ y ‘Chalalo’ Aponte, ‘Kiko’ Ferreira, Eduardo Mattos y muchos más, con quien fundó y construyó el famoso Coliseo Miguel Yaneth, adonde asistía; pero también asistía a la ‘gallerita’ más humilde que tuviera la ciudad. Iba a todas partes y en todas partes era bien recibido.
Y cómo no lo vamos a extrañar y a llorar si por espacio de más de 40 años fue nuestro compañero de mesa, primero cuando jugábamos donde ‘Luquitas’ Gnecco, después donde mi compadre ‘Cuco’ Medina, y por último en la cancha de Marcelito, que ahora que reiniciemos labores la bautizaremos con su nombre.
Se acabó Yalil, el turco más importante y trabajador que ha llegado al Valle, el que se divertía y gozaba la vida con sus amigos, pero paralelo a ello era un mulo trabajando y creando riqueza.
Se acabó mi amigo y hermano y por eso Marcelito, Fausto, Toño, Leo, Beto, Bernelys, ‘Nergrito’ Roys, Juancho, Hilario, Carlos Mario, José y doña Laura, lo lloramos y lamentamos su desaparición.
Con él hice tantas cosas que la vida se hizo hermosa, ojalá que demoremos un buen rato para vernos.
Para su abnegada y amorosa Hian, sus hijos Catalina, Dina, Muna y Pipe, mis más sentidas notas de condolencias. Lo extrañaremos mucho, dice ‘Toño’ Maya con lágrimas en los ojos.