Amanecimos marchando con camisetas blancas, palomas y arengas en contra del terrorismo para unirnos al clamor nacional luego del horrendo crimen en contra de los jóvenes cadetes de la Policía Nacional. Mientras marchábamos por la calle 16, que ha sido escenario de históricas protestas en Valledupar, al sur, en zona rural, estaba ocurriendo una tragedia que hoy enluta a familias cesarenses.
No se saben todos los detalles de un lamentable hecho que entristece a la familia Ustáriz, reconocidos comerciantes de la ciudad, pero lo que puede verse desde la tarde de este domingo nos recuerda la mano negra del paramilitarismo, de la violenta guerrilla, de la insensible delincuencia común al servicio de las mafias, quemando vehículos, incinerando personas, desapareciendo a otras.
Apenas nos reponíamos de los conflictos que se suscitaron antes, durante y después de la marcha en contra del terrorismo, cuando el terrorismo nos estaba golpeando en nuestra casa, en nuestra Valledupar. El ganadero Juan Felipe Ustáriz fue plagiado y hasta el cierre de esta edición no se sabía con exactitud su destino. Se dice que había al interior del vehículo incinerado, propiedad de Ustáriz, un cuerpo calcinado. La grotesca imagen en la vereda Camperucho, jurisdicción de Caracolí, circuló por las redes sociales.
Sin olvidar por supuesto el secuestro de doña Ana Sofía Vargas Bernal, plagiada el 11 de enero en corregimiento de La Vega, jurisdicción de Chimichagua, Cesar, mucho menos a la pareja asesinada brutalmente en la vereda La Libertad, jurisdicción de El Copey, y un mensaje en sus camisas “ojo por ojo”, y los cientos de líderes sociales asesinados en Colombia. El mal se reinventa, retorna y puede posicionarse si lo permitimos. El país ha salido de épocas oscuras para entrar en otras y los buenos, luchando por hacer del territorio un mejor lugar, seguimos en la tarea de aportar nuestro grano de arena. No podemos cansarnos, hay que insistir.
Los últimos días han sido duros para Colombia. No solo la violencia, que nunca ha desaparecido, se expresa en sus diferentes formas, también las más reprochables actitudes y conductas se evidencian más. Debemos trabajar olvidar las diferencias y pensar en lo que nos une. Valledupar debe rodear a las víctimas y en una sola voz expresar solidaridad y respeto. Esperamos con toda la fe puesta en Dios que Juan Felipe Ustáriz retorne a casa sano y salvo, igual que doña Ana Sofía Vargas Bernal, dos personas que en lo que va corrido de este 2019 no están en sus hogares con sus seres queridos por la mano de la violencia.
A las autoridades militares y civiles les pedimos hacer todos los esfuerzos por la integridad y el retorno de estas personas y que sus estrategias sean acertadas para garantizar la seguridad del territorio en el que habitamos. Es hora de mirar y actuar con verdadero interés por los problemas de seguridad de este departamento y sus alrededores.