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La calidad de la educación en el Cesar al tablero.

Luego de los balances finales del año 2018 y presentadas las metas y proyecciones del año que inicia, se hace necesario tocar un tema importante y de mucho contenido; la educación que se les imparte a los jóvenes en el departamento del Cesar. Álgido tema, que debe ser tratado con respeto, donde se hace necesario la aplicación de indicadores que permita decir vamos bien o vamos mal para hacer una verdadera transformación educativa en nuestro departamento. “Año tras año la calidad educativa en el Cesar sufre un duro golpe al conocerse los resultados de las pruebas saber 11. No se alcanzaron lugares representativos en los exámenes aplicados” a juicio de buen cubero esto no es nada novedoso, pero sí muy preocupante. Informes especializados permiten observar que a pesar de los esfuerzos e inversiones, en el Cesar los números no son favorables. “No mejora la calidad educativa, el departamento del Cesar ocupó el puesto 19 entre 33 departamentos evaluados. En Valledupar la situación es más crítica. Se ubicó en la casilla 276 entre los 1.113 municipios evaluados”. De acuerdo al ranking publicado, en comparación con 2017 se retrocedió en el promedio ponderado general, donde el Ministerio de Educación mide áreas como lectura crítica, matemáticas, ciencias naturales, sociales e inglés. Ahora bien, ¿En dónde radica el problema, qué medidas hay que tomar? Si se muestran inversiones en infraestructura, hay que escuchar al gobernador Franco Ovalle en su balance final de inversión para entender esto. También se deben manejar otros criterios: emular las experiencias pedagógicas de instituciones privadas que ayudan de gran manera a elevar la calidad educativa en el departamento. Fomentar procesos de estudio sistémico y profundo con las materias que menos aportan en la ponderación; la física, la química, matemáticas y algebra, biología y otras. Además de otros procesos como la lectura, escritura, manejo de ortografía profunda, análisis e interpretación lectora, etc. Desde allí plantear una adecuada restructuración curricular. La cualificación docente, dinamizar los procesos de dirección administrativos, y transformarlos en verdaderos orientadores pedagógicos. La aplicación de procesos, al interior de las aulas, como un si integrador: formador de valores, aplicación de procesos tolerantes, respeto e inclusión a pesar de la diferencia. Obviamente sin olvidar la infraestructura y la dotación de elementos y herramientas que dinamicen la calidad académica; se requiere de buenos salones, espacios pulcros y baterías sanitarias de calidad. Se deja la puerta abierta, para el análisis de los que deben aportar más y que aún no han querido dinamizar su aporte, para un proceso académico más efectivo en el Cesar. Hay que seguir trabajando y aplicando la resiliencia en la educación. Sólo Eso.

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Eduardo Santos Ortega Vergara: