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El reto de la seguridad en el Cesar

El Cesar es un territorio que durante mucho tiempo basó su producción económica en la agricultura y la ganadería, sin embargo, hubo dos factores que provocaron el éxodo de los cesarenses desde la seguridad de la zona rural hasta la incertidumbre de la urbe. Uno de esos factores fue el asentamiento de los grupos armados al margen de la ley. Las guerrillas, que fueron en su época movimientos eminentemente rurales, empezaron a ocupar las tierras del ganadero y el campesinado. La respuesta a esto se llamó Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), quienes, asentadas también, en las zonas rurales y con la venia de algunos militares, comenzaron a librar una guerra que parece no tener fin. El segundo factor, fue el hecho de que el Gobierno Nacional estuvo muy ausente en la búsqueda de soluciones a esta problemática en sus tiempos de origen, no había capacidad operativa para contrarrestar la avanzada de los grupos ilegales. Aunque lo anterior, era de esperarse, ya que no solo el Cesar estaba viviendo esta angustiosa situación. Ante este fatídico escenario, y al ver como sus familiares y amigos eran asesinados o en el mejor de los casos reclutados por estos grupos, muchos habitantes de las zonas rurales contemplaron la opción de dejar sus tierras y buscar una esperanza de vida en la ciudad. Una vez esto empieza a suceder, comienzan a surgir dificultades por parte del gobierno local en lo que refiere a la atención de la población desplazada por la violencia. Personas desamparadas en las calles sin techo ni comida, que con el tiempo son el blanco perfecto para los grupos ilegales urbanos que usan a estos ciudadanos para lograr sus cometidos delincuenciales. Las grandes manifestaciones criminales provenientes de la creciente marginalidad social mencionada, aunada a factores como la pobreza, la indigencia, la desigualdad, el desempleo, el mototaxismo, el desplazamiento y la falta de programas pedagógicos de cultura ciudadana en la ciudad, hacen que año tras año, el panorama en temas de seguridad en nuestro departamento haya ido empeorando.
En la actualidad, la enfermedad causada por el Sars-Cov2, no solo nos alejó del afecto, nos enfermó y mató a muchos, sino que también, destruyó parte de lo que se había construido y empeoró las condiciones de vida de muchos, dejando personas viviendo en la miseria que ven, nuevamente, en las economías ilegales y la delincuencia una ruta de escape a su terrible situación. Según DANE, nuestro departamento es el tercero con mayor población que vive en pobreza monetaria extrema, 270.000 coterráneos están padeciendo las inclemencias del hambre y la ausencia de todo tipo de beneficios. Esto es un caldo de cultivo en el que se fortalecen y nacen nuevas redes criminales en los territorios. El panorama no es para nada alentador, si antes sufríamos en el Cesar por una violencia localizada en las zonas rurales que luego se dispersó a lo urbano, hoy, después de todo, no solo existen municipios que siguen teniendo presencia de grupos armados al margen de la ley, sino que, existe un rompimiento estructural de la cadena productiva, condenando a los habitantes a que no tengan otra salida que ingresar al mundo criminal.
Es por lo anterior que, quienes proponemos soluciones a esta problemática, sabemos que los retos no se resumen a lo meramente policial y militar, esto importante, pero no lo es todo. En nuestro departamento deben enfocarse un conjunto de políticas públicas dirigidas a resolver el analfabetismo, el rezago escolar, la inasistencia escolar, el desempleo, la informalidad laboral, las barreras al acceso de la salud, la tecnificación del agro, una adecuada prestación de servicios públicos, apoyo a Mipymes, entre otras. Mientras se van resolviendo las necesidades ciudadanas, los adolescentes, jóvenes y madres cabeza de hogar y ciudadanía en general verán opciones de salir adelante por fuera de las estructuras criminales que operan hoy en nuestra región.
No es asertivo decir que: “El que es bandido es porque quiere”. No. La realidad es que la delincuencia nace en la ausencia de oportunidades, en los barrios marginales, en el hambre, en la pobreza multidimensional. Seguramente habrá quienes, si ingresen al mundo de la criminalidad por gusto, pero el grueso de los delincuentes en el Cesar son personas desesperanzadas, analfabetas y pobres que viven en condiciones poco dignas. Mientras no cambien las condiciones de vida de la gente, habrá delincuencia. No se pueden matar o capturar a todos los bandidos, eso es imposible, lo que sí es posible, es trabajar en futuros escenarios que brinden opciones distintas, beneficios y oportunidades a los que hoy no tienen nada que perder.

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Jesus Alberto Perpiñan: