La Ceiba y Altagracia son dos barrios vecinos que se encuentran rodeados en su costado oriental por un bulevar extenso de aproximadamente un kilómetro de largo, que además, es bordeado por una de las acequias más conocidas de la ciudad, popularmente conocida como Las Mercedes.
Cuentan sus habitantes, que hace algunos años era normal llegar hasta ese punto para bañarse en las caudalosas aguas de la acequia y donde llegaban personas de otros barrios de la ciudad por considerar el lugar como un sitio turístico donde el paseo de olla, y los paseos dominicales era un plan divertido y tranquilo.
Con el pasar de los años la situación de tranquilidad y esparcimiento cambió; la acequia ya no cuenta con la misma fluidez y cantidad de agua de hace algunos años, y el poco líquido que ahora pasa por el lugar, lo acompañan bolsas de basuras que no solo ha contaminado el lugar, sino que además se ha convertido en un botadero de basura.
La situación fue empeorando con el tiempo y el lugar, que en horas de la noche se había convertido en un espacio de paseo y actividades sanas y divertidas, ahora es un lote sometido a la desidia y el abandono en el que la delincuencia y la drogadicción reina cada día.
El extenso bulevar es rodeado a diario por jóvenes que despojan de sus pertenencias a las personas que caminan por el lugar. Lo hacen por lo general con cuchillos y pistolas intimidando y amenazando con hacer uso de ella si la persona no accede a darles lo que ellos le piden.
Pero además, jóvenes y adultos se postran en las orillas de la acequia a consumir todo tipo de drogas sin control alguno y que además son adquiridas cerca al barrio. La situación empeora si se tiene en cuenta que en horas de la noche el lugar permanece completamente oscuro porque las luminarias fueron robadas y hasta el momento no han sido repuestas, lo que hace mucho más fácil el consumo de alucinógenos en ese espacio.
Las alarmas se prendieron hace varios meses, debido a que muchos de los jóvenes que estudian en colegios aledaños, llegan al bulevar a consumir sustancias psicoactivas, sin que las autoridades competentes tomen medidas en el asunto, o por lo menos ofrezcan vigilancia en el lugar.
También se han observado a parejas de jóvenes que en las noches usan el lugar para tener relaciones sexuales, incluso cuando son observados por los vecinos quienes no pueden llamarles la atención por miedo a alguna represalia tal cual se ha presentado en otras oportunidades.
No tienen tranquilidad ni en sus casas
Varios vecinos del lugar han denunciado en varias oportunidades los diferentes robos que se han presentado en sus casas. Expresan su preocupación debido a que han sido objetos de robos dentro de sus viviendas en las que los delincuentes ingresan en horas de la noche, amenazan, amarran y amordazan a los dueños y empiezan a hurtar lo que más puedan durante dos horas.
Ya se conocen dos casos de este tipo y aunque se han puesto las respectivas denuncias ante las autoridades, nunca se conocen respuestas concretas que permitan acabar o en su defecto mitigar la situación.
También son objeto de atracos en las puertas de sus casas, en la que en muchas ocasiones se han robados hasta las motocicletas de las personas, justo cuando intentan ingresas a los hogares, sin que los afectados puedan hacer nada porque son amenazados con atentar contra su vida si dicen algo.
Basuras y mortecinas, el pan de cada día.
A todo el tema de inseguridad se le suma la cantidad de basuras que a diario, personas de barrios lejanos, tiran a lo largo del bulevar, en las que además, se encuentran animales muertos y restos de caballo que según dicen los vecinos hacen parte de los mataderos clandestinos en donde utilizan esta carne para el consumo humano.
El olor que genera la mortecina del lugar es insoportable para los vecinos del lugar, quienes les toca salir en sus carros a botar las grandes bolsas para poder respirar aire puro, porque el hedor que emana en ese sitio no los deja ni dormir tranquilos.
Los carretilleros que realizan el reciclaje también ha cogido el lugar para depositar la basura que no necesitan por lo que han convertido la zona en un ‘chiquero’ de residuos que difícilmente pueden recoger los empleados de la empresa de basura.
Sus habitantes no aguantan un día más viviendo entre la zozobra y el miedo, por eso le piden a las autoridades competentes que por lo menos se ubique un CAI Móvil en el corredor para mitigar el problema de seguridad y erradicar a los jóvenes y adultos que se concentran ahí a consumir drogas.
Por: Antonio Peralta Nieto