Con la presentación del proyecto de Ley de financiamiento, el gobierno de Iván Duque planea extender del 54 % a casi el 80 % el número de productos de la canasta familiar que pagarán IVA (Impuesto de Valor agregado) en el 2019. Actualmente, en el país existen productos de consumo diario exentos de pagar IVA, entre ellos el huevo, el arroz, el queso, el pan, la papa y la leche. Otros como las pastas, el café y las harinas de maíz manejan una tarifa diferencial del 5 %. Y la mayoría paga el 19 % establecido por la anterior reforma tributaria aprobada durante el segundo mandato de Juan Manuel Santos.
En caso de aprobarse la reforma, tal y como la presentó el Gobierno, los productos de la canasta familiar se unificarán en una sola tarifa: el 18 %. Con esto, se acabaría el sistema tripartito del IVA en Colombia que varía según el producto o servicio. Sin embargo, la propuesta no ha sido bien recibida y, aunque ya se habla de alternativas por falta de apoyo, voceros del Gobierno parecen no tener plan B.
Para algunos expertos la primera consecuencia se verá reflejada en el aumento de los precios, y por lo tanto, reducción en las ventas. Por eso, gremios del departamento del Cesar guardan diferencias con la reforma.
El director ejecutivo de Fedearroz en el Cesar, Jaime Chima, considera regresiva la idea. “En el caso del cultivo de arroz, esta medida amenaza fuertemente la siembra porque la gente tendería a reducir el consumo”, dijo el director regional. Opinión parecida a la de Álvaro Torres, del comité de Cafeteros del Cesar. El directivo asegura que el Gobierno se contradice porque mientras “promueven un proyecto de ley para que el café sea la bebida nacional, gravarán el producto para sumarle otro problema a los sembradores que ya sufren con los bajos precios a los que deben vender sus cosechas”.
Haciendo cuentas, un kilo de arroz, suficiente para alimentar siete personas, que cuesta en promedio $2.600, con el 18 % del IVA superaría la barrera de los $3.100. La unidad del huevo pasaría de los $300 a casi $500 pesos. “La realidad es que el valor de los productos no subirá un 18% sino hasta el doble. Ejemplo, un kilo de queso que sumando el IVA pase a costar $14.220 subirá hasta los 15 mil pesos” aseguró Octavio Pico, director ejecutivo de la Federación Nacional de Comerciantes en el Cesar (Fenalco).
El ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, promotor y defensor del proyecto, asegura que es urgente aprobar la reforma para cubrir los 14 billones que hacen falta para el presupuesto del 2019. A su lado, el viceministro técnico de Hacienda, Luis Alberto Rodríguez, asegura que las tarifas actuales provocan desigualdad: “El rico consume más y por lo tanto ahorra más gracias a las tasas diferenciales. Con la reforma que planteamos el rico y el pobre pagarán la misma tasa, pero a las familias menos favorecidas se les compensará de forma bimestral lo gastado en IVA”.
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El mismo Minisitro ha repetido en foros que de $100 que no se gravan en los bienes excluidos, las personas más pobres ahorran tan solo $4 mientras que los más ricos se ahorran $29.
La historia del IVA en Colombia empezó bajo el mandato de Guillermo León Valencia en 1963 con una tarifa promedia del 3 %. Pero solo estaba dirigido a las actividades de manufactura e importación. Fue hasta 1983 que llegó al comercio minorista y al consumidor con una tasa del 10 %, bajo la reforma tributaria de Belisario Betancour.
Los gremios prevén un aumento de la informalidad
Otra de las predicciones es el aumento de la informalidad. En el Cesar existe un comercio alterno o informal, que en su cadena de ventas no paga impuestos. En tiendas y puestos de ventas callejeras (carretilleros, vendedores ambulantes) se venden productos a menores precios imposibles de gravar, traídos de contrabando desde Venezuela o directos del campo.
Ante la obligación para las grandes tiendas de subir el precio de los productos que empezarán a ser gravados, el comercio informal podrá vender a menores precios. “La competencia desleal del contrabando nos ha venido obligando a reducir los precios, y es obvio que vender por debajo de lo invertido solo puede terminar en la quiebra”, agregó Jaime Chima.
En los mercados, los vendedores saben y hablan del aumento del IVA, pero la preocupación es poca. “Más allá que alguno quiera especular con los precios, no subirán porque la mayoría de productos no pagan impuestos”, aseguró Santiago Daza, vendedor informal, quien se ayudó de un coco para explicar cómo los productos que son vendidos por el mismo que los siembra no volatilizan según las reformas, sino la temporada o tamaño.
“Eso nos hace más pobres”
En las calles, las personas no ocultan la preocupación cuando se les pregunta por el ingreso del IVA a más productos de la mesa. En Valledupar el 33,4 % de la población vive en pobreza monetaria (cuando el ingreso per cápita se sitúa por debajo de los 250.000 pesos). Por eso, la ciudad es la quinta con mayor pobreza monetaria del país. A nivel departamental, la cifra sube hasta el 40,7 % de la población.
Antonio Casas vende galletas en el mercado y hace parte de ese porcentaje. En su hogar conformado por sus tres hijas y su esposa, perciben menos de $1.002.480 mensuales por lo que son considerados como pobres. “Si antes podíamos comprar dos huevos por persona, ahora tocará comprar de uno y rendirlo con tomate y cebolla”, aseguró Casas. El tomate y la cebolla que antes no pagaban IVA, pasarán a tener la tarifa general del 18 %.
José Ballesteros es otro vendedor del Mercado Público que pertenece a la clase media, según las mediciones del DANE. En un pequeño puesto de unos 4 metros de ancho por 4 de largo vende carne de res. “Si hoy hay gente aguantando hambre, ¿qué viene cuando los precios aumenten pero la gente siga ganando igual?”, arguye Ballesteros.
El 7,5 % de la población vallenata sobrevive en pobreza extrema. A ellos sus ingresos no les alcanzan ni para alimentarse. Y aunque la extrema pobreza está relacionada con la indigencia, también la padecen aquellos que duermen bajo techo pero no tienen para comer tres veces al día.
“El pobre querrá cuidar su bolsillo, por eso empezará a comprar menos, por lo que estoy seguro que gravar la canasta familiar golpea la nutrición y la forma cómo nos alimentamos. No se comerá lo necesario sino para lo que alcance”, agregó el director de Fenalco, quien al igual que los otros expertos asegura que la solución “no es que los que aportan paguen más, sino que quienes no están registrados empiecen a aportar”.
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