Hace seis años llegó a buscar trabajo. Flaquita, con unos ojitos vivaces y una voz agradable, me dijo que ella nunca había trabajado, pero que si yo le indicaba lo que había que hacer, lo hacía. Quizás fue su sinceridad o su deseo de conseguir el puesto de doméstica, lo que me impulsó a aceptarla sin recomendación.
Hablamos un rato, me dijo que era de Zárate. Le comenté que ese era un apellido, y se rio a carcajadas, extrañada me preguntó: ¿Usted nunca ha oído hablar de la ciénaga de Zárate? Y explicó: en sus orillas queda mi pueblo, es un corregimiento de Plato. Se le iluminaba la cara al hablar de su tierra, y confieso que busqué por internet la tal ciénaga y supe que es un filón de peces y que los habitantes del poblado viven de la pesca.
Gladys, de quién estoy hablando, se graduó ayer. Le hicimos una fiesta de buenos deseos, mis hijos desde Bogotá le mandaron mensajes, regalos y yo hasta me emocioné. Hoy es una Técnica en Seguridad Ocupacional.
Fueron tardes-noches de estudio, sin descuidar sus obligaciones, siempre la vimos como una niña inteligente, todo lo capta al instante.
Me alegré de no haber seguido la costumbre que tenemos aquí las amas de casa cuando de contratar a la muchacha del servicio se trata: ‘Si estudias no me sirves’. Y no valen los argumentos de que el estudio es por las noches o los sábados. ‘No, ¿qué se hace si llega una visita, quién la va a servir? o yo no voy a abrirte la puerta a las nueve de la noche”, en fin argumentos vacuos, porque si llega alguien uno mismo le hace el tinto o lo que se ocurra, todo en aras de que una jovencita se instruya y su vida, más tarde, no sea un lavar platos, planchar, cocinar sin presentir siquiera que más allá de los valiosos oficios domésticos hay muchos mundos por conocer, que están ahí, en los libros, en las Instituciones educativas, en el estudio.
Mundos que pueden ser de ellas, que les servirán para ver la vida con alegría y seguridad, mujeres que sientan que se pueden defender en cualquier circunstancia que deban enfrentar. Pero lo más importante es que con la ayuda y colaboración para que estudien estamos ayudando al país, no es necesario hacer obras grandiosas para cumplir con la patria, con un acto sencillo como el de lograr la educación para los que nos rodean, basta.
¡Qué bien por Gladys! de quien estoy segura que con el tiempo seguirá estudios más avanzados, ¡Qué bien por esas jovencitas que se graduaron con ella! No se puede creer que ya van a conseguir un mejor trabajo, pero lucharán presentando hojas de vida y se sentirán mejor, o dirán como Gladys: “Mientras me sale un trabajo que tenga que ver con mi carrera, sigo aquí en mis oficios”. Estoy segura que los hará con más alegría y esperanza.