Por: Julio Oñate Martínez
Al igual que la canción ranchera y el tango, el bolero ha estado en estas últimas décadas viviendo de las glorias del ayer sin que un relevo generacional notable haya podido renovarlo como si ha ocurrido con el vallenato, el rock, el merengue, la salsa y la balada, géneros donde las nuevas figuras que han venido apareciendo les aseguran continuidad y un futuro halagador que permitirá seguir escribiendo la historia musical de la canción popular.
Afortunadamente, en el caso del bolero se viene realizando desde el año 2002 el Festival Internacional que se celebra en Riohacha La Guajira, evento único en su especie que año tras año ha venido ganando espacio e importancia al convocar auténticos representantes, estudiosos y coleccionistas de este género musical, que con pasión se cultivó en toda la América Latina, principalmente en las islas y los rincones del gran Caribe.
Además de poder escuchar y saborear los más emblemáticos boleros de los grandes maestros de la composición romántica, el festival ofrece un foro académico y crítico donde estudiosos e investigadores dan a conocer experiencias y hallazgos referentes a los pilares donde se cimenta la cultura musical en torno al bolero.
Desde hace tres años se lleva a cabo la convocatoria nacional de jóvenes intérprete que al competir por la mejor voz le aseguran al ganador un viaje a Cuba donde en convenio con el Festival Boleros de Oro de La Habana y Santiago le permiten realizar una grabación comercial acompañado por una orquesta cubana iniciando así un movimiento hacía la renovación del género que hace ya 130 años fue creado por el sastre santiaguero Pepe Sánchez.
Otro de los interesantes atractivos de esta fiesta del amor es el encuentro de coleccionistas que de todo país llegan a este aquelarre sentimental exhibiendo las mejores y más raras piezas que le dieron brillo y dimensión a poetas y trovadores que con un bolero cantaron los dramas, las conquistas y endechas del romanticismo popular.
Coleccionistas de todo el país se hicieron presentes en esta ocasión destacándose pastusos, vallunos, barranquilleros, guajiros y vallenatos impresionando al público por la calidad y rareza de verdaderas joyas del cancionero bolerístico .
Escuchamos una versión del conocido bolero titulado ‘Nosotros’ del cubano Pedro Junco, cantado en francés por el ya desaparecido barítono colombiano Carlos Julio Ramírez y en un aporte totalmente nacional otro barítono nuestro, Julio Cesar Alzate cantó con la orquesta de Lucho Bermúdez del maestro Jaime R Echavarría su bolero ‘Cartagena’, pero esta vez en lengua italiana.
Daniel Santos ‘El Jefe’ en una de sus genialidades entregó el bolerazo ‘Lluvia o sol’ interpretado primero en español y luego en inglés obteniendo una gran ovación, pero el tema que más impactó en los presentes fue ‘La Malagueña’ de Elpidio Ramírez quien por los años cuarenta integró el recordado trío ‘Calaveras de México. Esta es una pieza poco interpretada por la dificultada que encuentran los cantantes en lograr el falsete que ella requiere.
En 1962 un periodista de farándula del periódico mexicano ‘Esto’, conocido como Paco Malgesto, organizó un concurso para encontrar el vocalista que mejor interpretara ‘la Malagueña’ evento que consagró a Miguel Aceves Mejía como ‘El Rey del falsete’, pero lastimosamente allí no pudo estar el cubano Wilfredo Mendi, pues para la época el hombre del tabacón no permitía la salida de los artistas de la isla hacía el exterior.
Mendi en su momento fue reconocido como “La voz de oro de Cuba” y tiene el récord que quizás nunca llegue a ser superado de 58 segundos en el falsete sostenido en su versión de ‘La Malagueña’ acompañado de la orquesta del también cubano Joaquín Mendiveli, proeza que hoy es registrada por el libro de los Guinnes Records.
De este calibre fue el nivel de los temas que este año escuchamos en el Festival de Riohacha, que año tras año se va proyectando como el más importante evento del continente en torno al bolero, ese gran ‘corruptor de mayores’, como fue denominado por el investigador bogotano Cesar Pagano.