Recién graduado como arquitecto (1971), inicié mi vida profesional en esta ciudad que desde mucho antes empecé a ver desde lo urbano y en febrero 15 de 1973, en compañía de otros arquitectos, fundamos la Sociedad Colombiana de Arquitectos del César.
Poco tiempo después la Coca-Cola vino a instalarse en la ciudad y entonces dimos la primera batalla como grupo. La perdimos y aún nos duele porque entendimos que los intereses particulares priman sobre los de la ciudadanía, quien fue la verdadera perdedora.
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Hoy nos vemos en otra de esas batallas épicas pero para esta ya estamos mejor preparados y conocemos mejor el campo donde se librará: exactamente a los pies del mal llamado parque La Casa en el Aire, que no es parque y mucho menos una casa que interprete la famosa canción que Escalona dedicó a su hija Ada Luz.
En el Grupo de Desarrollo Urbano consideramos este proyecto como un error desde su inicio por: necesidad, concepto, escala a nivel urbano, ubicación, materiales escogidos, servicios que prestará, utilidad. Recordemos que el sitio debió ser Patillal, propuesto por la anterior administración según su Plan de Desarrollo Municipal.
El miércoles 15 de Enero este medio publicó el artículo titulado Proyecto “La casa en el Aire: de un canto a un (des)encanto” escrito por María Amaya, la única mujer del GDU, a quien el grado de arquitecta y posgrado de urbanista le permiten afirmar con propiedad todo lo que allí escribió y hoy, para continuar con el tema y para ser propositivos, nos permitimos presentar una idea que en conjunto con las autoridades municipales se puede definir.
La idea nace al pensar en cómo minimizar el impacto de la obra sobre el cerro de Hurtado y la primera es ocultarla bajo un muro verde pero creemos que eso es poco, pues seguirá presente la forma y su altura.
Entonces pensamos en “taparla” con árboles nativos y, para no alargar el cuento, la idea final es hacer un pequeño parque lineal que comienza en el parque de la Natividad y termina en el parque de la Leyenda Vallenata pasando por la glorieta “Mi pedazo de Acordeón”, a lo largo de la carrera 9 y con un recorrido de un poco más de mil seiscientos metros y con una amplia faja sobre la carrera 7A, otra más angosta sobre la carrera 9 y ampliando en el mencionado parque.
Hay que tener en cuenta los obstáculos que existen: la Coca-Cola es propietaria del predio donde hoy funciona y lo estrecho del andén que forma la gran manzana donde está la DPA.
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El primero puede resolverse si se hace un canje de tierras con los propietarios (hoy no funciona como fabrica, se limitan a envasar sus productos y luego, desde ahí, distribuirlos por la región) a un nuevo lote en las afueras de la ciudad (¿Valencia de Jesús?) donde puede ser generador de nuevos desarrollos y propiciar empleos en ese sitio; además se sacaría de ese sector un buen número de vehículos de transporte, lo que contribuye a mejorar la movilidad.
El segundo, que servirá para ampliar el andén, al menos al doble, sería cuestión de negociar, nuevamente, con sus propietarios un cambio de linderos en donde ellos, y la ciudad, mantengan las mismas áreas que hoy tienen.
De aquí en adelante solo vemos beneficios:
El parque que se propone en las instalaciones actuales de la planta envasadora es colindante con el lote de la antigua electrificadora, propiedad del municipio, y con el parque de la Natividad, entre los tres pueden tener una extensión aproximada a las 5.75 hectáreas.
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Si se realiza la negociación con la DPA tendríamos la posibilidad de tener una amplia y bien arborizada zona peatonal que nos llevaría hasta “La Casa en el Aire” que veremos a medias porque la ocultaremos con árboles nativos dentro de un nuevo parque que incluye el cerro de Hurtado.
Para un futuro podemos pensar en conectar el parque que estamos proponiendo con el parque de la leyenda Vallenata expropiando unos lotes de la urbanización Santa Rosalía que hoy en día no están construidos.
Así tendremos un gran parque envolvente que, con el parque de la Provincia, el balneario de Hurtado y el parque Lineal, que debe ser desde el puente de Hurtado hasta la desembocadura de nuestro Guatapurí en el río Cesar, nos dará el gran parque que necesitamos para proteger nuestro medio ambiente y darle calidad de vida a todos los vallenatos.
Queda otra idea más para tener en cuenta para el desarrollo de la ciudad y que Carlos Cesar Silva inicia en una nota de su autoría: “Vamos a convertir a Valledupar en una ciudad turística, educada, ecológica, amable, universal. Vamos a hacer una hermosa revolución cultural”.
¿Y donde vamos a hacer todo esto? Nos imaginamos un gran Centro Cultural (con el teatro, el museo contemporáneo, y la biblioteca que propone Carlos Cesar, junto con la sede de la Filarmónica del Cesar, una gran plaza de esculturas, escuelas de danza, música y pintura) en la gran manzana de las 5.75 hectáreas que ya cité.
Empecemos entonces a planificar lo que será ‘El Encanto de María’, porque apenas ‘La Casa en el aire’ tocó el suelo se arruinó todo el mito.
Por: Jaime Palmera/ EL PILÓN
Por Grupo de Desarrollo Urbano