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El arroyito de la once

Por Mary Daza Orozco

Es interesante ver cómo Valledupar gana prestigio no solo en el ámbito nacional sino también en otros países; baste un ejemplo para reafirmar esto: en CNN internacional, dos periodistas hablaban de lugares que quería conocer en este año y ambas mostraron su deseo de venir a vivir el festival vallenato y de saber cómo era el río Guatapurí, no sé si lo lograron.

Y sí que gusta la ciudad a pesar de tantas cosas negativas que tiene en su haber, es enamoradora, así es el amor, no repara en defectos, pero si nos atenemos a eso y no hay un esmero diario por conservar y mejorar lo que tiene la ciudad de leyendas y cantos, se deteriorará, hay que estar atentos a los grandes y pequeños detalles que la afean, sobre uno de ellos quiero llamar la atención de la administración municipal y a través de ella a quien corresponda mantener  el orden de la casa.

Hace quince años vivo en la carrera once y es muy raro el día en que no fluya la pequeña corriente de agua que nace en la calle nueve y llega hasta la nueve D, al  punto de que los carros que llegan tienen que acercarse lo más que puedan a la acera para que uno se  baje y no resbale o se moje.

La singular fuente de agua, que se pierde tristemente, porque ni siquiera es un arroyito cantarino, nace del lavado de carros, riego de jardines, pero sobre todo de albañales por donde fluyen residuos del interior de algunas residencias. 

Hace tiempo escribí con la misma queja, pero ni prestaron atención, ahora insisto porque el problema no solo afea la vía, avenida, carrera o como se llame, sino que es una molestia para los que tenemos que soportar el flujo hasta de agua residuales. Esto parece una queja tonta, y no, porque, aunque la he bautizado como el arroyito de la once, solo recorre las cuadras que dije y se estanca y a hay que tener en cuenta que estamos en una campaña (no la he visto por ningún lado) contra el dengue, y allí puede haber un reservorio del mosquito causante de la misma.

La administración municipal se asemeja a una buena ama de casa, esa que fiscaliza a sus servidores paraque estén pendientes de todos los detalles y así el ambiente sea un buen vividero, sano y bonito, pero debe también salir a inspeccionar, en este caso dar unas vueltecitas por distintos sitios y anotar lo que no está bien para que se corrija, porque, como este, habrá muchos arroyitos por arreglar, si no el mal se agranda, llega el deterioro y Valledupar no será el edénico lugar de que habla una canción.

Pueda ser que esta notica, que ha ocupado mi columna de hoy, sea tenida en cuenta para bien de los que habitamos en este sector,  de mucha gente más y de la ciudad misma.

 

Mary_Daza_Orozco: