El fútbol es el deporte de las multitudes, es el fervor de los sentimientos colectivos de un pueblo. Esa pasión nace por el arraigo popular de los futbolistas, que en su mayoría son jóvenes con situaciones económicas limitadas y sueñan con mejorar la calidad de vida de su familia. Cuando una Selección Nacional juega en un campeonato Mundial, en ella se siente la patria: los colores de su uniforme simbolizan la bandera, el himno y el honor del país.
El premio Nobel de literatura Albert Camus, decía “el fútbol es la pasión, el ímpetu, el abrazo puro de la victoria y el poso amargo de cada derrota. Cada gol es siempre una invención, es siempre una perturbación, fulguración, estupor, precisamente como la palabra poética”. Y además sostenía que una Selección Nacional es la patria, porque une sentimientos y vence divergencias.
En un partido el gol es el clímax de la emoción. La gente va con la ilusión de que su equipo va a ganar y con la disponibilidad emotiva para festejar. Los momentos históricos de Colombia en los mundiales están determinados por los goles que incitan a la euforia colectiva. En el campeonato Mundial en Chile (1962), la selección de Colombia que perdía 4 a 1 con la de Rusia, y logró empatar el partido; los colombianos con frenesí celebraron, y en especial el gol olímpico de Marcos Coll, hasta ahora el único en un Mundial.
Otro gol inolvidable es de Fredy Rincón, en Italia (1990), con sutileza poética mete el balón entre las piernas del arquero de Alemania y empata el partido. En Brasil (2014), James Rodríguez, baja el balón con el pecho y con elasticidad y precisión hace el segundo a Uruguay, que al final sería el mejor gol del campeonato.
Este año en Rusia, todos los goles de nuestra Selección fueron celebrados con emoción desbordada. Yerri Mina, levantó su atlética estampa y con agilidad de un cóndor en la altura toca el balón para que baile en el fondo de las redes. Tres goles con la cabeza; tres sublimes instantes que están en la memoria de los colombianos.
La ilusión de continuar llegó hasta el partido con Inglaterra. Los jugadores entregaron todo. No hay que reprocharles nada. Los genios Cristiano y Messi, también fallaron en los penaltis. Lo cierto es que en el último partido pesó la ausencia de James, alma y líder del equipo; pero jugadores con vocación ofensiva y de excelente rendimiento, como Luís Muriel y Matheus Uribe, merecían jugar más minutos. Es difícil ganar un partido con un solo delantero y un planteamiento defensivo.
Por José Atuesta Mindiola