Reconciliación es sinónimo de perdón, o al menos nos encamina a rescatar las capacidades que el perdón brinda al corazón para el restablecimiento de la amistad y la concordia en todos sus estamentos, entre dos o más personas que de alguna manera perdieron ese valor.
La reconciliación con las cosas buenas es actuar de la mejor forma, sin dañar a nadie; actuar bajo los preceptos de la moralidad y los valores que enmarcan un bien estar, con nosotros mismos y con los demás.
Los anuncios que dibujan nuevas promesas cada 31 de diciembre, nos llevan a mitificar los mismos juramentos de siempre. Y fallamos cada año, y nos dejamos envolver por la desidia y estancamos, al calor del ‘dejá está’ el aporte que cada uno puede hacerle al cambio que el mundo necesita.
Restablezcamos las capacidades afectivas, démonos ese abrazo que tanto añoramos, perdonemos de corazón; respetemos las normas, que son para eso precisamente: ajustar las conductas, tareas, actividades, etc. Sin esperar a que sea el otro que deba empezar.
El Papa Francisco en su filosofía subjetiva nos dice: “Cuando yo voy a confesarme es para sanarme, para curar mi alma. Para salir con más salud espiritual”. “Para pasar de la miseria a la misericordia”.
La confesión, o reconciliación, como sacramento es darnos la oportunidad de sanarnos, de reiniciar, de establecer una relación sana con la vida; permitir que la resiliencia haga cambios altruistas y distinguidos en nuestro actuar, adaptarnos a situaciones adversas con resultados positivos.
Pensemos en eso, y actuemos de manera noble, seamos seres extraordinarios, cambiemos la malquerencia por la sensibilidad y buen proceder.
Actualmente estamos sumidos en el individualismo, en halar cada uno por su lado, sin importarnos de manera especial lo que pueda suceder con el otro, con tu hermano.
Por eso, decidamos aplicar la reconciliación como la bandera propositiva de este año 2022, no es difícil, solo es proponernos cada uno desde sus propias características, con la confianza que cada granito de arena contribuirá de manera especial para hacer una magna obra. Es decir, vivir en armonía con la vida.
Hagamos parte de grupos de trabajo y aportemos ese granito de arena; resalto y rescato la labor especial que se desarrolla en el grupo “Foro Ambiental” para cuidar los animales, preservar el Río Guatapurí, el Río Cesar, los cerros que rodean nuestro valle, la Sierra Nevada del Cesar; la Serranía del Perijá y ser generosos con el medio ambiente; amar la naturaleza que tanto beneficio nos brinda.
De este modo seríamos parte de la solución, no del problema. Si por razones especiales no te adaptas a los grupos, pues actúa de manera individual, eso sirve y es significativo.
No arrojes basura a la calle, respeta a los animales, no los maltrates; no te permitas ser indolente y sensibiliza tu actuar para ser mejor cada día y dar ejemplo de ser humano especial.
El 2022, año de la reconciliación con las cosas buenas. Es, repito, el propósito que debemos abanderar cada uno, no solo este año… siempre. Sólo Eso.
Por Eduardo Santos Ortega Vergara.