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Dios, patria y familia, tres clichés ideológicos

Luis Napoleón de Armas P.

Los tres constructos sociológicos de este título se han convertido en clichés y punta de lanza de las ideologías derechistas del mundo con el fin de subyugar a amplios sectores de la población. En esta columna de opinión trataré de mirar por dentro el contenido de estas tres categorías ideológicas. Comenzaré con la última, la familia. No existe duda de que la familia es el núcleo de la sociedad, de un pueblo o nación y como tal debería gozar de la mejor salud. Sin embargo, en la posmodernidad se le apuesta más al individuo pese a que la parte es menor que el todo, un antiquísimo axioma. 

El sentido de colectividad se está perdiendo, hace un corto tiempo, cada fin de año presentaban a las empresas más grandes del mundo, por rangos de actividades, pero recientemente se relieva es a los hombres más ricos, el individuo, sin importar lo que haga, por encima de la familia y de la sociedad; hoy, el individuo es la columna vertebral del neoliberalismo. Para estos sectores, aparentemente aristotélicos, la familia es intocable, como se diría en el viejo latín, “noli me tangere”, no me toques. Cada vez que alguien propone nuevas formas de comportamiento en la actividad pública, por buenas que sean, enseguida acuden al escondite “familia”, un burladero social, portando espadachines para defenderla, una nueva versión de El Zorro, enmascarado de plata. 

Pero ¿de cuál familia hablan? Por lo menos, la familia colombiana se está desintegrando; según el DANE, en 2021, el 43.1 % de nuestros hogares estaba a cargo de amas cabeza de hogar; según el censo de 2018, este porcentaje era el 42 %, lo que implica una regresión. La estabilidad familiar en Colombia es bastante frágil; entre 2012 y 2021, uno de cada tres matrimonios se divorció; según las mismas fuentes, la duración promedia de un matrimonio aquí es de 1.5 años. Por departamentos, Antioquia lidera con Bogotá y Valle este fenómeno. En Antioquia, donde hay iglesias en cada esquina, en pueblos y ciudades, la religiosidad no ha sido un vínculo para sostener las parejas. Ahí cae uno de los mitos, la familia. ¿Qué estará pasando con las familias de la Colombia profunda? La familia es un cliché ideológico. 

El segundo cliché es el concepto “patria” que por definición es un territorio que alberga a una nación con una vida jurídica que pudo darle alguna o varias personas, padres de la patria; patria viene de padre. Este término esconde falsos nacionalismos y chovinismos patrioteros como se estila en los regímenes de ultraderecha como en la Alemania nazi e Italia fascista, en general, en los imperios austro-húngaros. Hablar de Patria es pensar en cuarteles y movimientos de guerra y se invoca para incitar al combate, p.ej., “la patria por encima de los partidos” o la izquierdosa sentencia, “patria o muerte”. Patria es un cliché de guerra. 

El tercer constructo es Dios, es el cliché más antiguo, nos vendieron la idea que de él viene el poder, por eso la existencia de las monarquías y la cacareada “legitimidad”, pero pronunciarlo es un acto mecánico para muchos: “si Dios quiere”, “en el nombre de Dios”, “gracias a Dios”, “Dios todo lo puede”, son muletillas. Surgió cuando la humanidad no podía explicarse ciertos fenómenos naturales y se ha mantenido por la fe, un sentimiento irracional. La mayoría de las guerras del mundo se han hecho en nombre de Dios. Hitler no estuvo muy cerca de Dios, pero en una ocasión dijo: “… Por lo tanto creo que hoy día estoy actuando de acuerdo con la voluntad de Dios el creador”, (Mein Kampf). También Videla, dictador argentino, invocaba a Dios mientras les extraían sus niños a madres parturientas oponentes de su gobierno para que mujeres estériles del régimen los adoptaran. Mientras Álvaro Uribe comulgaba implorando a Dios, miles de madres perdían a sus hijos en los falsos positivos. A Dios no se le respeta, se le utiliza como un distractor ideológico, es un cliché. Hay que pasar del pensamiento mágico-religioso al pensamiento filosófico, base del pensamiento crítico para evitar que con estos tres mantras sigan gobernando a los colombianos. Para esos piadosos, ¡válgame, Dios!

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