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Contradictoria tendencia 

José Romero Churio

Todavía no se ha dilucidado la génesis de la humanidad, también conocida como Homo sapiens por su dominante y enigmática inteligencia; sin embargo, hay suficientes hallazgos de científicos paleontólogos, de que la especie humana surgió hace mucho tiempo (por lo menos 200.000 años), precedido por proceso progresivo estimado entre 3 y 4 millones de años del calendario gregoriano, actualmente, reconocido por casi todos los países del planeta tierra.

La lectura de esta columna seguramente generará cierto resquemor en las gentes, cuyos egos paranoides no les permite aceptar ningún parentesco genético con las familias de los primates hominoideos, que incluye gorilas, chimpancés, orangutanes, marimondas y otros simios similares, por el arraigo de tal paranoia fantasean la arrogancia de superioridad divina. 

La narración bíblica divide la existencia de la humanidad en, antes y después de Cristo. Después del nacimiento de Jesucristo la humanidad ha llegado al año 2024, de los cuales, 442 años corresponden al calendario gregoriano, implementado en 1582 por el Papa Gregorio XIII, para corregir la inexactitud del calendario juliano, creado por el emperador del imperio romano, Julio César, en el año 46 a. C. 

No cabe duda alguna en que la humanidad ha instaurado muchos calendarios para contabilizar el paso del tiempo. Si tomamos como referencia la edad de los patriarcas y mesías mencionados en el antiguo testamento de la Biblia, tampoco cabe duda en que tales calendarios tenían muchos menos días.  Por ejemplo, Noé, el escogido por Dios para refundar el mundo, entonces el más justo en medio de la degradación moral y violencia presente, tenía por lo menos 500 años, pues no se sabe cuánto tiempo duró la construcción de la enorme arca, en la cual, Noé se salvaría del diluvio universal con toda su familia y una pareja de cada especie animal. 

Después de terminar el diluvio, Noé vivió otros 350 años, muriendo a sus 950 años. Matusalén, el abuelo de Noé, vivió 965 años, y Adán, el primer hombre de la humanidad, falleció a los 930 años. Moisés, el que libra a la población judía de la esclavitud de los faraones egipcios, murió a sus 120 años; es bueno advertir que este mesías vivió entre los siglos XIV y XIII a. C., muchos años después del exterminio del diluvio universal. Fue quien escribió la historia de la torre de Babel que Noé y su familia no terminaron de construir en la ciudad de Babilonia, hoy territorio de Irak, cerca de Bagdad su capital; por la falta de obediencia Dios los castiga poniéndolos a hablar en diferentes formas, para que no se entendieran, por lo cual se dispersaron en el mundo cada uno con su lenguaje y, por ende, en el mundo hay muchos idiomas.  

En la legendaria Grecia del siglo VIII a. C., después de la guerra de Troya relatada por Homero en su épico libro ‘La Ilíada’, comenzaron a nacer los primeros filósofos, quienes emprendieron el conocimiento reflexivo, no solo sobre el origen del Homo sapiens, su comportamiento e interacción social, especialmente lo conexo con la libertad, derechos, deberes, principios y valores humanos, sino todo lo concerniente al espacio sideral.  

Después de Cristo el desarrollo de la humanidad ha sido extraordinario, siempre con el idealismo de un mejor bienestar, desafortunadamente, en la humanidad siempre hay buenas y malas gentes y estos últimos causan múltiples adversidades con sus egoísmos, envidias, mentiras, imprudencias, venganzas y negligencias, principalmente con sus mentiras, con las cuales engañan por mucho tiempo a muchas gentes a pesar del viejo adagio popular, que dice: “Entre cielo y tierra no hay nada oculto”. Además, hay otras sentencias populares que la gente mala muy a menudo logra contrarrestar, entre las cuales solo transcribo dos: “Ante los ojos de Dios no hay nada oculto”; “lo que haces a escondidas de los hombres, lo haces en la presencia de Dios”.

En fin, la mayoría de las promesas que diariamente pregonan gran parte de los dirigentes y autoridades de las distintas comunidades son puras falacias. No obstante, la gente buena no claudica ante la contradictoria tendencia de tales sofistas.

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