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Despedida a Aníbal Martínez Zuleta

por Eloy “chichi” Quintero

 

No se puede hablar del doctor Aníbal Martínez Zuleta, de su larga parábola de vida, sin mencionar su participación activa y entusiasta, como joven abogado liberal, en las luchas políticas que libraron los provincianos, por allá por los años cincuenta del siglo pasado, para abrirse un espacio político en el Magdalena grande que les permitiera jalonar el progreso de la provincia de Valledupar abrumada por el centralismo y el olvido de los gobiernos asentados en Santa Marta.

Su rebeldía de joven humilde en una sociedad cerrada y excluyente la canalizó participando activamente en la consolidación del movimiento revolucionario liberal –MRL- en nuestra región.

En los años sesenta lo vimos recorrer los pueblos y plazas de la provincia de Padilla, al lado de Claudio y Efraín Quintero, Alfonso Araujo y Edgardo Pupo, entre otros, defendiendo las ideas lopistas en un territorio dominado por el oficialismo liberal. Si Valledupar se convirtió en un fortín nacional del MRL, fue gracias al ímpetu de estos jóvenes, pero la hegemonía de dicho movimiento en el barrio Cañaguate hay que atribuírsela, sin lugar a dudas, a su hijo predilecto: Aníbal Martínez Zuleta.

Por esos años, nuestra sociedad pacata y tradicionalista, le criticó su radicalismo liberal pero nadie puso en duda el brillo de su inteligencia y su capacidad de superación y de lucha.

Cuando surgió la idea de la creación del departamento del Cesar, como una propuesta unitaria por encima de las diferencias políticas, el doctor Martínez Zuleta se unió al grupo de dirigentes que mancomunadamente lideraron esta gesta y contribuyó activamente a su triunfo.

Aníbal Martínez fue un político combativo y combatido. A la usanza de los líderes de antaño tenía una sólida formación política e ideológica, la cual le permitió ser representante a la cámara durante varios períodos, contralor de la república y uno de los mejores alcaldes de Valledupar. Con él, mi hermano Carlos y yo, comenzamos nuestra carrera política en el Frente Amplio Liberal –FAL-.

Tuvimos momentos de cercanía y de distanciamiento al vaivén de las diversas coyunturas políticas pero siempre terminamos reconciliando, quizás no solo por las coincidencias en la vocación de servicio a la comunidad y la defensa de lo que él con acierto llamó el país vallenato, sino también como homenaje a la sincera amistad que lo unió a mi padre Eloy Enrique Quintero.

En estos momentos de dolor por su partida, me uno al pueblo vallenato y cesarense, quien pierde a uno de sus mejores hijos, para expresarle a sus familiares, a su esposa doña Ana Julia Martínez y a sus hijas Ruth, María Cleofe, Consuelo y , mis sinceras condolencias de amigo y copartidario.

Paz en su tumba.

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