Hemos reiterado en estas páginas la expresión de Alfonso López Michelsen sobre el futuro de la economía nacional. López, que fue el primer gobernador del Cesar, también se preocupaba mucho por la suerte del departamento en sus últimos años de vida. Fue sepultado el 13 de julio de 2007 en el Cementerio Central de Bogotá, entre cantos y acordeones vallenatos.
Insistía López en que el país y sus regiones debían estar proyectando, como un previsivo hogar, cuáles serían a la vuelta de unos años las fuentes de generación de ingresos.
Esa preocupación es más notoria hoy, no solo entre los economistas, pues la lucha contra el cambio climático conducirá a una recomposición de esas fuentes de empleo e ingresos. Esa reflexión la hizo ayer el economista Armando Montenegro en su columna titulada: ‘¿Qué vamos a producir?’, en El Espectador.
Utilizó estos términos: “Ante el pronto marchitamiento de la minería del carbón y, en el largo plazo, la declinación gradual de la economía petrolera, si no se genera un despegue efectivo de nuevos sectores productivos, no existirán fuentes de crecimiento, empleo y divisas para el país. Lo peor es que, al lado de las actividades formales restringidas y limitadas, florecen la minería ilegal y la siembra de coca, con notables impactos sobre el medioambiente y la sociedad en general.
En cambio, importantes sectores formales enfrentan serios obstáculos. Por ejemplo, el desarrollo de la agricultura comercial, que podría ser una fuente importante de empleo y exportaciones, está detenido por la inseguridad jurídica y varias normas legales. Diversas formas de minería moderna, de metales asociados con la transición energética, encuentran también numerosos impedimentos. Varias carreteras y líneas de transmisión claves están paradas o demoradas por falta de permisos y licencias”.
Luego plantea Montenegro: “Si no se crean nuevas fuentes de crecimiento, el país sufrirá un prolongado estancamiento económico, al mismo tiempo que la sociedad le seguirá exigiendo gastos crecientes al Estado, una combinación segura para el malestar y el desorden social”.
Después de exponer que el camino tradicional del desarrollo y el crecimiento pasó de la agricultura a la industria y de esta a los servicios, que es el sector floreciente, afirma que esa lineal hoja de ruta podría tener sus variantes pues hay países que se basan en la industrialización, otros en los servicios y otros aún en los recursos naturales.
“El crecimiento guiado por los servicios (no por la industria) se ha dado en India y Ghana (después de 2010), con la ventaja de que, con excepción del transporte, estos tienen mucho menor impacto sobre el medioambiente. Varios países desarrollados, desde hace tiempo y con mucho éxito, fundamentan sus economías en los recursos naturales, como es el caso de Australia y Nueva Zelanda”.
Estamos atentos a que la academia, representada en las universidades, centros de pensamiento, personalidades estudiosas y reflexivas, empresarios, dirigentes políticos y del mismo sector público y en general ciudadanos, den luces para responder a esa pregunta clave para el Cesar.