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Itinerario de un distinguido docente

En Valledupar muchos viajeros pierden adrede el camino de regreso, y se quedan enamorados de la música, la policromía del paisaje, la fascinación del río, la belleza de la ciudad y el cariño de la gente. Uno de esos viajeros es el profesor Luis Antonio Mendoza Villalba, quien llegó a Valledupar en 1960, y todavía a sus 83 años manifiesta su gratitud por su profesión y por esta hospitalaria ciudad. 

Luis Antonio (1938) nació en Convención (Norte de Santander); el mayor de ocho hermanos en el hogar de Julio Mendoza Cianci y Carmen Villalba Carpio. Desde niño era un ser iluminado en sus propósitos, de espíritu luchador y benevolente.  Al terminar el ciclo escolar de la primaria, sus padres, católicos fervientes, abrazaban el sueño de que fuera sacerdote y lo matriculan en el Seminario de Ocaña, donde inicia sus estudios secundarios y con el rigor de la disciplina desarrolla la virtud de la inteligencia y el dominio de los saberes; hasta que el tiempo lo llevó a descubrir que el celibato no era posible en un irredento amante de la poesía y la música; se fue entonces por la autonomía del pensamiento y la metafísica de la lingüística. 

Soñador de caminos, decide salir en busca de horizontes. En Curumaní hace su primera estación en 1958. Allí fundó un colegio de primaria. Dos años después prosigue su periplo y llega a Valledupar a trabajar en los colegios Antonio Nariño y en el Instituto América. En 1960 fundó el colegio Francisco José de Caldas, en el recién creado barrio Primero de Mayo. 

En ese momento su meta era hacerse profesional en docencia universitaria. Como los estudios del Seminario no legitimaban su entrada a la Universidad, en el Colegio Loperena valida en tres años el ciclo de secundaria y recibe su grado de bachiller en 1969. Al año siguiente se va para Bogotá a estudiar Licenciatura en Filología e idiomas en la Universidad Libre, y trabaja de profesor en la Normal de Zipaquirá.    

Regresa a Valledupar y es nombrado profesor en el Instituto Técnico Industrial Pedro Castro Monsalvo y en el Colegio Ciro Pupo de La Paz. En 1976 gana la beca del Convenio OEA y Universidad del Valle (Cali), para estudiar maestría en Administración educativa.  En 1979 es nombrado rector del INEM de Montería, y un año después en el Instituto Técnico Agrícola de El Espinal (Tolima), y en 1981 decano de la Facultad de Educación de la Universidad Surcolombiana, sede Florencia.

Los ecos de la añoranza por su Valledupar del alma, donde ya vivía toda su familia, lo hacen regresar. En 1982 es nombrado profesor de la Universidad Popular del Cesar y del Colegio Alfonso López Pumarejo. En la Universidad fue uno de los líderes en la apertura de la Licenciatura en Lenguas Modernas. 

Allí termina su itinerario laboral de 50 años, pero sigue viviendo en Valledupar.  En su casa vive rodeado del afecto de los hijos, nietos y bisnietos. En su espíritu se trenzan los colores de la nostalgia y el dolor reciente por la muerte de su hermano, el docente José María Mendoza Villalba.

Por: José Atuesta Mindiola

Categories: Columnista
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